“Gócense con los que se gozan y lloren con los que lloran”. Romanos 12:15 (NBLA)
Cuando vemos a Dios siendo bondadoso y mostrando gracia a otros, podemos responder con gozo en lugar de resentimiento.
En la parábola de los trabajadores de la viña, eso es exactamente lo opuesto de lo que hicieron: “Por eso cuando llegaron los que fueron contratados primero, esperaban que recibirían más. Pero cada uno de ellos recibió también la paga de un día. Al recibirla, comenzaron a murmurar contra el propietario… ¿Es que no tengo derecho a hacer lo que quiera con mi dinero? ¿O te da envidia de que yo sea generoso?” Mateo 20:10-11,15 (NVI). Las personas que trabajaron todo el día recibieron exactamente lo que se había acordado. No fueron estafados; y a pesar de ello demostraron resentimiento que otras personas que únicamente trabajaron la última parte del día, recibieron la misma cantidad. En vez de alegrarse de su pago, los trabajadores se resintieron.
En Romanos 12:15, la Biblia dice, “Gocémonos con los que se gozan y lloremos con los que lloran” (RVC). La segunda parte de este versículo es mucho más fácil de hacer que la primera parte. Es fácil llorar con los que lloran. Cuando alguien está teniendo una etapa difícil, es fácil sentir empatía.
Pero es mucho más difícil regocijarnos con alguien que tiene éxito. A menudo no manejamos muy bien el éxito de otras personas. De hecho, a menudo nos sentimos amenazados por él, y lo resentimos. Eso es porque en nuestras mentes pensamos que el mundo es un pastel gigante que está dividido en rebanadas. Pensamos, si la rebanada de alguien es un poco más grande que la mía, eso debe significar que mi rebanada será más pequeña.
Ese tipo de pensamiento está equivocado. ¡Porque Dios mantiene lleno al mundo! No se le acaban las bendiciones. A Él no se le acaba la gracia. Hay más que suficiente para todos, y solo porque Dios bendice a alguien no significa que no tiene para bendecirte a ti. Él quiere bendecirte, pero es posible que sea de una forma diferente.
La principal cosa que hace la envidia es evitar que participes en la felicidad de otras personas. Como resultado, no disfrutas mucho de las cosas que suceden en el mundo. La envidia te convertirá en una persona miserable.
Pero si eliges regocijarte en la bondad de Dios hacia otros, puedes estar gozoso todo el tiempo –porque siempre le está sucediendo algo bueno a alguien.
Reflexiona sobre esto:
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“Pero olvida todo eso; no es nada comparado con lo que voy a hacer. Pues…
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