“—Aquí tienes a la sierva del Señor —contestó María—. Que él haga conmigo como me has dicho”. Lucas 1:38 (NVI)
En la historia de Navidad tenemos varias personas que tuvieron un momento crucial, donde tomaron decisiones que cambiaron el resto de sus vidas. Una de estas personas es María, la madre de Jesús.
Lo que hacía a María especial, no era que fuera perfecta o que no pecara, sino que estuvo dispuesta a aceptar su destino, estuvo dispuesta a aceptar y confiar en Dios en las cosas a las que fue llamada.
La Biblia nos cuenta la historia de María en Lucas 1:30, el Ángel le dice a María, “—No tengas miedo, María; Dios te ha concedido su favor —le dijo el ángel—. Quedarás encinta y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Él será un gran hombre, y lo llamarán Hijo del Altísimo” Lucas 1:30-32 (NVI).
María era muy joven cuando el ángel se le apareció y le reveló el plan de Dios para su vida; embarazarse por obra del Espíritu Santo siendo virgen, para que de esta manera el Mesías viniera al mundo en forma humana beneficiando al resto de la humanidad.
María se encuentra en un momento decisivo, “¿aceptaré el destino de Dios para mi vida? ¿aun cuando no es lo más conveniente, aun cuando no sea socialmente aceptable, aun cuando no sea lo más cómodo, lo más lógico, lo más popular, aun cuando no sea lo que los demás esperan de mí, aun cuando pueda afectar mis relaciones?”. Seguramente todo esto cruzó por su mente, en el verso 38 ella le responde al Ángel, “—Aquí tienes a la sierva del Señor —contestó María—. Que él haga conmigo como me has dicho” Lucas 1:38 (NVI).
¿Por qué Dios eligió a María entre todas las mujeres? No fue por su educación; no tenía. No era por su fortuna; era una niña pobre. No era por su madurez; era una adolescente. ¿Por qué Dios eligió a María? Porque ella confió en Dios completamente, estaba dispuesta a aceptar el destino que Dios tenía para ella, aun cuando eso significara enfrentar una multitud de dificultades. A causa de esto fue usada por Dios para que Jesucristo naciera y así toda la humanidad tuviera a su alcance el perdón de pecados y la vida eterna.
La pregunta del día de hoy es: ¿aceptarás el destino que Dios tiene para tu vida? A veces no va a ser lo más popular, conveniente, lógico o cómodo, pero tendrá la mejor trascendencia para tu vida y muchas veces para aquellos que te rodean.
Reflexiona sobre esto:
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