El dinero es la prueba de fuego de tu fidelidad. Dios lo usa más que cualquier otra cosa en tu vida para poner a prueba tu fe. ¿Por qué? Porque es la cosa con la que tenemos mayor dificultad.
Mira las recompensas que Dios da por el manejo sabio del dinero: “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! En lo poco has sido fiel; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!” (Mateo 25:21 NVI).
La ley de la compensación es esta: Dios te recompensará por una buena administración del dinero. Hay tres pasos para esta recompensa basada en Mateo 25:21: afirmación, promoción y celebración.
Dios te afirma diciéndote: “¡Buen trabajo! Te estaba probando para ver si podía confiar en lo que te di, y pasaste la prueba. “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel!”.
El segundo paso es la promoción. Al mostrar fidelidad con algunas cosas, Dios te dará una mayor responsabilidad.
Y a medida que demuestras tu responsabilidad, Dios celebrará contigo. ¡Compartirás en la felicidad de Dios!
Jesús dijo: “Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas”. (Mateo 6:24 NVI).
Nota que Él no dice que no debes servir a Dios y al dinero. Él dice que no puedes. Es imposible. Nadie puede servir a dos maestros. Entonces vas a tener que decidir cuál será el número uno en tu vida: Dios o ganar dinero.
El dinero es un excelente servidor, pero es un maestro terrible. Cuando te domina, siempre estás bajo estrés. Siempre estás preocupado. Siempre estás tenso al respecto. Cuando dominas tu dinero, cuando es tu sirviente, te sirve. Cuando el dinero funciona para ti en lugar de que trabajes por tu dinero, entonces tienes paz.
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“Pues la visión se realizará en el tiempo señalado; marcha hacia su cumplimiento, y no…
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