“Caminaré en libertad, porque me he dedicado a tus mandamientos”. Salmo 119:45 (NTV)
Conozco a mucha gente a la que le gusta fingir.
No estoy hablando de niños que juegan a imaginarse cosas. Me refiero a los adultos que intentan fingir que son otra persona para obtener la aprobación de los demás.
Tal vez ese seas tú. Tal vez has estado fingiendo durante tanto tiempo que ya no sabes quién eres realmente. Llevas una máscara y te estás desgastando. Todos los demás piensan que tienes mucho dinero, mucha alegría y mucho tiempo.
Pero tú sabes la realidad y estás exhausto.
Las redes sociales exageran el problema. Es la herramienta más grande hoy en día que nos encierra en un mundo ficticio. Si publicas una imagen de un gran amanecer hoy, debes publicar una imagen mejor mañana.
No publicas una foto tuya cinco minutos después de despertarte. Sin embargo, ese es tu verdadero yo.
En cambio, solo finges que eres algo o alguien que no eres.
La mayoría de la gente finge por una de dos razones.
Algunos caen en la trampa de complacer a la gente, y deseas cumplir con sus expectativas y cumplir con sus propósitos en sus vidas.
Pero incluso Dios no puede complacer a todos, y es una tontería intentar algo que Dios ni siquiera puede hacer. Mientras una persona ora por la lluvia, otra ora por la luz del sol. Alguien siempre va a ser infeliz.
Otras personas caen en la trampa del perfeccionismo. Ahí es cuando piensas que debes ser perfecto para ser amado.
Pero el problema es que tú te conoces mejor. Sabes que no eres perfecto. Así que solamente finges.
¿Cuál es el antídoto para dejar de fingir? Dejas de enfocarte en lo que otros piensan y comienzas a enfocarte en lo que Dios piensa.
Solo una persona te conoce por completo, te ama incondicionalmente y sabe exactamente para qué fuiste creado: Dios. Vivir para Dios en lugar de vivir para la aprobación de los demás simplifica tu vida. Cuando haces eso, vives para la audiencia de uno, en lugar de 50 o más.
La Biblia lo dice así: “Caminaré en libertad, porque me he dedicado a tus mandamientos” Salmo 119:45 (NTV).
La libertad llega cuando buscas la aprobación de Dios y de nadie más. No necesitas ganarte Su amor. No necesitas ser perfecto para complacerlo. No puedes comprar Su aprobación o fingir tu camino hacia la libertad.
Dios sabe todo lo que has hecho y te ama completa e incondicionalmente.
Ya no necesitas fingir.
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