Usa tus Palabras para Edificar a Otros

 

“Eviten toda conversación obscena. Por el contrario, que sus palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de bendición para quienes escuchan” (Efesios 4:29 NVI).

Dios quiere que usemos nuestras palabras para edificar a otros. Efesios 4:29 dice “Eviten toda conversación obscena. Por el contrario, que sus palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de bendición para quienes escuchan” (NVI).

A veces nuestras palabras son como un martillo. Nos apartamos sin pensar, y de repente miramos a nuestro alrededor y nos damos cuenta de que nos rodea una pila de escombros relacionales. Cuando hablas sin pensar y derribas a la gente, tus relaciones sufrirán.

Una razón por la que no somos constructivos con nuestras palabras es que no nos damos cuenta de cuán poderosa es esta herramienta: nuestra boca y las palabras que Dios nos ha dado. Decimos cosas sin pensar. Y la gente los recuerda.

Tú, también, puedes recordar ciertas cosas que la gente te ha dicho de una manera descuidad incluso desde la escuela primaria o la universidad o cuando comenzaste a trabajar. Así de poderosas son las palabras. Entonces, cuando se trata de tu boca, piensa en ella como una herramienta poderosa y ten mucho cuidado con ella.

Una vez fui a mi garaje y tomé un manual para una sierra eléctrica. Mientras leía las instrucciones, me sorprendió cómo se relacionaba con el uso de nuestras bocas. Las direcciones decían:

1. Conoce tu herramienta eléctrica.

2. Mantén los protectores en su lugar.

3. Tener cuidado con los niños.

4. Guarda las herramientas inactivas cuando no estén en uso.

5. No te extiendas demasiado.

6. Nunca usar en una atmósfera explosiva.

¿Como puedes usar tu boca de una forma más cuidadosa y de esa manera estar edificando relaciones y no destruyendo personas?

  1. Deja de excusarte. Deja de decir: “No quise decir eso realmente” o “Así es como estoy antes de mi primera taza de café”. Comprende que lo que dices afecta a todos a tu alrededor.
  2. Habla menos. A menudo nos metemos en problemas porque simplemente no sabemos cuándo callarnos. Si es una herramienta eléctrica, no debería tener que usarla tanto, ¿verdad?
  3. Escucha más. Si escuchas más, podrás entender mejor las necesidades de las personas.
  4. Comienza a edificar. Deja que tus primeros pensamientos sean: “¿Qué necesita esa persona?” “¿Cómo puedo usar una palabra de aliento para edificarlo?” “¿Qué puedo decirle para hacer una diferencia en su vida?”

Considera hacer esto parte de tus oraciones matutinas: “Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh, Señor mío, roca mía y redentor mío” (Salmos 19:14 NVI).

Reflexiona sobre esto:

  • ¿Por qué debemos ser especialmente cuidadosos con nuestras palabras en una “atmósfera explosiva”?·
  • ¿Qué es algo específico que puedes practicar en tus relaciones que te ayude a hablar menos y escuchar más?·
  • ¿Qué versículos de las Escrituras puedes memorizar que te ayuden a decir la verdad y el ánimo en la vida de los demás?

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