En el devocional de ayer, escribí que necesitamos mirar el dolor detrás del comportamiento de las personas que necesitan gracia extra. Aprendimos que las personas heridas, hieren a las personas.

Sin embargo, no podemos detenernos allí. También debemos negarnos a ser ofendidos. Tu madurez emocional y espiritual se mide en gran medida por la forma de tratar a las personas que maltratan. ¿Tratas de vengarte si alguien te hace mal? Si te golpean, ¿retrocedes? ¿Si te insultan, insultas? Si lo haces, entonces no eres mejor que ellos.

La Biblia dice: “El que refrena su boca y su lengua se libra de muchas angustias” (Proverbios 21:23 NVI). Cuando se trata de relaciones personales, Dios dice: “No te ofendas tan fácil. Aprende a superarlo.”

Necesitas orar, “Dios, dame un corazón tierno y una piel dura.” La mayoría de nosotros somos todo lo contrario. Somos de piel delgada y de corazón duro. Cuando alguien te mira con los ojos cruzados en la autopista, alguien te corta, o alguien es grosero contigo, no dejes que te moleste. No te enojes por eso. Sabes que esa persona está teniendo un día difícil. Tú necesitas tener una piel más gruesa.

La Biblia dice: “La sabiduría de una persona produce paciencia; Es de sabios tener paciencia, y es más honroso perdonar la ofensa” (Proverbios 19:11 TLA). Cuando entiendes los antecedentes de la gente y su estado actual, es más fácil mostrar misericordia.

Tu sabiduría te da paciencia para pasar por alto su ofensa.