“Amados hermanos, ustedes que pertenecen a Dios y[a] tienen parte con los que han sido llamados al cielo” (Hebreos 3:1 NTV).
No puedes cumplir el llamado de Dios para tu vida por tu propia cuenta. Es imposible, porque el llamado y la comunión van juntos.
Es como las partes de tu cuerpo. Son inútiles a menos que estén conectadas. Puedes tener un estupendo globo ocular –tiene la habilidad de tomar la luz, trasladarla a tu cerebro y permitirte ver cosas. Pero un globo ocular que está desconectado de tu cuerpo es inútil porque no puede ver nada.
Tienes un oído que es un regalo sorprendente de Dios. Tu oído toma las ondas de sonido, las convierte en impulsos para tu cerebro, y te permite escuchar lo que está sucediendo a tu alrededor. Pero si tu oído está desconectado de tu cuerpo, es inútil.
De la misma manera, debes estar conectado al cuerpo de Cristo para cumplir tu llamado.
La Biblia dice, “Pues hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, tal como ustedes fueron llamados a una misma esperanza gloriosa para el futuro” (Efesios 4:4 NTV).
Eres creado para completar tu llamado en comunión con otros creyentes, donde trabajan juntos y se apoyan unos a otros. Considera como el ojo y el oído trabajan juntos para apoyar a todo el cuerpo. De la misma manera, todos los creyentes “pertenecen a Dios y tienen parte con los que han sido llamados al cielo” (Hebreos 3:1 NTV)
Esta semana cuando estés en la iglesia, mira alrededor. Las personas que estás viendo son “participantes” en el llamado de Dios para tu vida. Los necesitas, y ellos te necesitan.
Simplemente no puedes cumplir el llamado de Dios sin ellos.
Reflexiona sobre esto:
“No dejen que el mal los venza, más bien venzan el mal haciendo el bien”.…
When you feel overwhelmed, it's important to go to God in prayer and confess your…
“Les he escrito estas cosas a ustedes, que creen en el nombre del Hijo de…
Life includes times when you feel like you’re in an impossible situation, when you feel…
“Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo…
Sometimes it seems the odds are against you. I once read the story of a…