“Si se enojan, no permitan que eso los haga pecar”. Efesios 4:26a (TLA)
Todos nos enojamos de vez en cuando. Podemos manejarlo de manera diferente, pero ninguno de nosotros puede escapar de la emoción por completo. Pero el hecho de que nos enojemos no significa que estemos pecando.
La Biblia dice: “Si se enojan, no permitan que eso los haga pecar” Efesios 4:26a (TLA). Pablo nos dice en este pasaje que no permitamos que nuestra ira nos conduzca al pecado. Eso significa que la ira no es necesariamente pecado. La verdad es que podemos manejar nuestra ira de maneras apropiadas e inapropiadas.
Desafortunadamente, la mayoría de nosotros expresamos nuestra ira de maneras que nos alejan de nuestros objetivos en lugar de acercarnos más a ellos.
Por ejemplo, aquí hay tres cosas que debes evitar cuando estás enojado:
No reprimas tu enojo. No lo guardes adentro. Cuando reprimes la ira sin expresarla de manera adecuada, es como tomar una botella de refresco y sacudirla. ¡Un día va a explotar! Eventualmente impactará tu cuerpo. Los médicos nos dicen que una serie de dolencias físicas a menudo son causadas por la ira reprimida.
No lo contengas. Cuando contienes tu ira, simplemente niegas que está ahí. Cuando niegas tu ira con mucha frecuencia, estarás deprimido. Cuando solía hacer más sesiones de consejería, escuchaba a muchas personas decirme que estaban deprimidas, pero en realidad estaban enojadas. Simplemente no pensaban que los cristianos deberían enojarse, así que simplemente lo contuvieron adentro. Negar la ira es un pecado. Se llama mentir.
No lo expreses de manera inapropiada. Podemos expresar enojo en una variedad de formas inapropiadas. Hacemos mala cara, decimos sarcasmos, manipulamos o hacemos algo tonto (emborracharse, tener aventuras, etc.). Ninguno de estos enfoques nos acerca al resultado que estamos buscando.
Entonces, ¿qué deberíamos hacer con nuestro enojo?
Confiésalo. No solo admites el enojo, sino que también admites la causa. Le dices a Dios, y a quien sea con quien estés enojado, que estás frustrado o te sientes amenazado. Mientras más honesto seas en tus relaciones, más fácil será llegar a las causas de tu enojo.
He aquí una buena noticia sobre tu ira: es posible que hayas crecido en un hogar donde la ira se expresaba sistemáticamente de forma adecuada. La ira inapropiada se aprende, pero también se puede desaprender. Puedes cambiar. No tienes por qué seguir igual.
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