Tres Anclas para Mantenerte Firme en las Aguas Turbulentas de la Vida

A lo largo de los años, el cristianismo se ha identificado con distintos símbolos, como el pez, y por supuesto, la cruz. Pero ¿sabías que el ancla es también un antiguo símbolo del cristianismo? La Biblia nos dice: “Esta esperanza es un ancla firme y confiable para el alma” Hebreos 6:19 (NTV).

En situaciones inestables, un ancla da estabilidad a un barco. Evita que un barco vaya a la deriva durante las tormentas o en medio de la noche. ¿Alguna vez has sentido que necesitas un ancla para tu alma, algo que te mantenga estable?

Aquí tienes tres anclas para mantenerte firme en aguas agitadas:

  1. La Presencia de Dios

Recuerda que Dios está contigo; no te ha abandonado. No importa cuán oscura parezca tu vida o cuán abandonado te sientas, Dios está contigo. No te ha abandonado.

Cuando el apóstol Pablo estaba en un barco en medio de una tormenta que duró días, dijo a los hombres que estaban con él: “¡Pero anímense! Ninguno de ustedes perderá la vida, aunque el barco se hundirá. Pues anoche un ángel del Dios a quien pertenezco y a quien sirvo estuvo a mi lado” Hechos 27:22-23 (NTV).

Puede que no veas a Dios físicamente a tu lado, pero Dios está contigo. De hecho, nunca ha dejado de estar contigo. Nunca ha estado más cerca o más lejos de ti que en este momento. Dios dice: “Nunca te fallaré. Jamás te abandonaré” Hebreos 13:5 (NTV). Cuando estés en una tormenta, puedes contar con el ancla de la presencia de Dios.

  1. El Propósito de Dios

Recuerda que el propósito de Dios es más grande que tu tormenta o contratiempo. A veces las tormentas de la vida pueden parecer que te desvían permanentemente del camino, pero ninguna tormenta o contratiempo puede cambiar el propósito de Dios para ti. Dios no tiene un plan B para ti. Él encaja todo —incluso tus pecados y los errores de otras personas— en Su plan.

Durante la tormenta, el ángel de Dios le dijo a Pablo: ” “¡Pablo, no temas, porque ciertamente serás juzgado ante el César! Además, Dios, en su bondad, ha concedido protección a todos los que navegan contigo” Hechos 27:24 (NTV), asegurándole que el plan de Dios incluía sobrevivir a la tormenta. Cuando Pablo estaba en medio del océano y no podía ver el sol, la luna o las estrellas durante días, probablemente parecía que el plan de Dios para él se había desmoronado. Pero no fue así. El propósito de Dios era mayor que la tormenta de Pablo, y el propósito de Dios es mayor que tu tormenta también. En una tormenta, confía en el ancla del propósito de Dios.

  1. Las Promesas de Dios

Recuerda que puedes confiar en las promesas de Dios. Pablo les dijo a los marineros que estaban con él: “Así que, ¡anímense! Pues yo le creo a Dios. Sucederá tal como él lo dijo” Hechos 27:25 (NTV). La fe de Pablo no estaba en el barco ni en la tripulación; su fe estaba en las promesas de Dios. Y tú también puedes confiar en las promesas de Dios.

¿Qué le ocurrió a Pablo y a los hombres que lo acompañaban? Perdieron el barco —y toda la carga—, pero toda la gente se salvó. Dios cumplió Su promesa a Pablo. Y también cumplirá Sus promesas contigo. Recuerda que el lugar más seguro para ti es estar siempre en el centro de la voluntad de Dios, aunque sea en medio de un huracán. En cualquier tormenta, puedes confiar en el ancla de las promesas de Dios.

Tal vez te sientas tentado a ir a la deriva o a desesperarte y simplemente estés buscando algo que te mantenga firme. No busques más allá de la presencia, el propósito y las promesas de Dios.

Pastor Rick


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