Todos somos diferentes. ¡Alabado sea el Señor!
por Rick Warren — Mayo 12, 2019
Acéptense mutuamente, así como Cristo los aceptó a ustedes para gloria de Dios” (Romanos 15:7 NVI).
Es fácil hablar de relaciones cuando todo va bien, pero ¿qué haces cuando las cosas van en la dirección opuesta? ¿Cómo le das vuelta a una relación que está mal?
Dios creó el amor en las relaciones y nos creó para vivir en relación con los demás. Su consejo y dirección en las relaciones pueden hacer una gran diferencia. Durante los próximos días hablaremos sobre cinco puntos específicos de la Palabra de Dios que puedes hacer para comenzar a cambiar el rumbo de tus relaciones.
Una de nuestras mayores frustraciones es cuando no vemos las cosas como las otras personas las ven. Las diferencias pueden ser a veces motivo de gran deleite, pero también pueden causar mucha aflicción.
Debes darte cuenta de que Dios te hizo diferente y luego agradécele tus diferencias.
Desde el principio, Dios nos creó de manera diferente: “Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó” (Génesis 1:27 NVI). Los hombres y las mujeres somos diferentes físicamente, pero también en la forma en que trabajamos, pensamos, compramos e incluso vemos televisión. Hacemos todo de manera diferente y debemos alegrarnos de esas diferencias.
Si dos personas están de acuerdo en todo, una de ellas no está siendo honesta en esa relación. El hecho es que Dios te ha puesto en una relación, ya sea matrimonio o una buena amistad, donde probablemente miras la vida de manera diferente o tienes diferentes antecedentes. Debido a eso, cada uno de ustedes trae cosas a la relación que de otra forma no podrían estar allí.
Dios te hizo diferente para que puedas complementarte con los demás, ser completo y fortalecerse mutuamente.
Como el verso de hoy dice: “Acéptense mutuamente, así como Cristo los aceptó a ustedes para gloria de Dios” (Romanos 15:7). Cuando se aceptan mutuamente sus diferencias, no solo ayuda a su relación, sino que también alaban a Dios. ¿Por qué? Porque estás aceptando el hecho de que Dios te hizo diferente para que puedas aprender unos de otros y crecer en relación con los demás.
Este es el punto de partida para cambiar tus relaciones; agradécele a Dios por tus diferencias.
Reflexiona sobre esto:
- ¿De qué manera eres diferente de tu cónyuge o de un buen amigo que ha causado cierta tensión en el pasado? ¿Cómo podría esas diferencias realmente servirles y ayudarles a crecer?
- ¿Por qué es importante no solo aceptar las diferencias de alguien sino también mostrarlas? ¿Cómo las muestras?
- Cuando estás luchando en una relación, ¿es tu primera fuente de ayuda la Palabra de Dios? ¿Por qué si o por qué no?