“Recuerden lo siguiente: un agricultor que siembra solo unas cuantas semillas obtendrá una cosecha pequeña. Pero el que siembra abundantemente obtendrá una cosecha abundante. Cada uno debe decidir en su corazón cuánto dar; y no den de mala gana ni bajo presión, «porque Dios ama a la persona que da con alegría». Y Dios proveerá con generosidad todo lo que necesiten. Entonces siempre tendrán todo lo necesario y habrá bastante de sobra para compartir con otros”. 2 Corintios 9:6-8 (NTV)
Cuando se trata de dar, hay dos principios que debes recordar, y se basan en 2 Corintios 9:6-8: “Recuerden lo siguiente: un agricultor que siembra solo unas cuantas semillas obtendrá una cosecha pequeña. Pero el que siembra abundantemente obtendrá una cosecha abundante. Cada uno debe decidir en su corazón cuánto dar; y no den de mala gana ni bajo presión, «porque Dios ama a la persona que da con alegría». Y Dios proveerá con generosidad todo lo que necesiten. Entonces siempre tendrán todo lo necesario y habrá bastante de sobra para compartir con otros” (NTV).
El primero es el principio de la cosecha: lo que siembras, lo cosecharás, para bien o para mal. En otras palabras, cosecharás todo lo que plantes. Eso es cierto sobre el dinero, pero también es cierto sobre todo lo demás.
Si siembras críticas, la gente te criticará. Si siembras chismes, ¿adivina qué? Otros chismearán sobre ti. Si siembras resentimiento, la gente se resentirá contigo.
¿Qué es lo que más necesitas? Sea lo que sea, debes dar para obtener más a cambio. ¿Necesitas más energía? Entonces tienes que gastar energía a través del ejercicio. ¿Necesitas más afirmación en tu vida? Afirma a otras personas.
Si tomas un grano de maíz y lo plantas en el suelo, ¿recuperas un grano? ¡No! De hecho, he plantado maíz en mi jardín antes. Cuando plantas un grano en el suelo, no recuperas un grano. Obtienes un tallo con un montón de mazorcas y miles de granos. Cuando plantas una semilla (pepa o hueso) de aguacate, crece un árbol. ¿Te devuelven un aguacate? No. Te devuelven cientos. Siempre obtienes más de lo que inviertes.
El segundo principio es que siempre hay un retraso entre la siembra y la cosecha. Cuando plantas una semilla en el suelo, no obtienes una mazorca de maíz al día siguiente. Siembras en una temporada y cosechas en otra.
Lo mismo ocurre con el dar. Le das a otras personas. Le das a Dios. Das tu vida, pero no cosechas los resultados al día siguiente. Hay un tiempo de espera antes de que Dios te dé la cosecha. ¿Por qué? Porque Dios está probando tu fe para ver si confiarás en Él mientras haya un retraso entre la siembra y la cosecha.
Mientras plantan y esperan, puedes confiar en que “Dios proveerá con generosidad todo lo que necesiten. Entonces siempre tendrán todo lo necesario y habrá bastante de sobra para compartir con otros”.
Recuerda estos dos principios: Primero, cosechas lo que siembras; segundo, siembras en una temporada, pero tienes que esperar y cosechar en otra. Aprende estos principios y aplícalos a tu vida, ¡y disfrutarás mucho al dar!
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