“No se contenten solo con escuchar la palabra, pues así se engañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica”. Santiago 1:22 (NVI)

Ayer, vimos Marcos 12:30: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas” (NTV). Y una forma de interpretar este versículo es enfocarte en amar a Dios con todo lo que dices, todo lo que sientes, todo lo que piensas y todo lo que haces. Dios te dio F.O.R.M.A. para principalmente hablar, sentir, pensar y hacer.

Las personas que les gusta hablar aman a Dios con su corazón. Los sentimentales aman a Dios con sus almas. ¿Sabías que también puedes amar a Dios con tu intelecto? Los pensadores aman a Dios con sus mentes. Cuando estás desarrollando y fortaleciendo tu mente, es un acto de adoración.

Los pensadores aman el estudio Bíblico. El Salmo 119:97 dice, “¡Tanto amo tus enseñanzas que a todas horas medito en ellas!” (TLA).

Las personas pensadoras se enamoran de la Biblia cuando se convierten en creyentes. ¡No hay otro libro en el mundo como la Biblia! Tiene las respuestas a las preguntas de la vida, incluyendo: ¿Por qué estoy aquí? ¿A dónde voy? ¿Cuál es el propósito de mi vida? ¿Importa mi vida? ¿Qué pasa con el pasado? ¿Qué hay en el futuro? ¿De dónde vengo?

Necesitamos pensadores, porque el mundo necesita reflexión. Alguien tiene que pensar a través de los problemas y las implicaciones de lo que el resto de nosotros estamos haciendo. Necesitamos personas que piensen a través de problemas difíciles y traigan soluciones a la mesa. Esa es la razón por la que necesitamos científicos, escritores, filósofos e innovadores.

Pero los pensadores tienen que ser cuidadosos en practicar la humildad. La Biblia dice, “No te dejes impresionar por tu propia sabiduría” Proverbios 3:7a (NTV). ¿Por qué? Porque Dios es Dios, y tú no lo eres.

La humildad es una elección. En ningún lugar en la Biblia se te dice que ores para que Dios te haga humilde. Dice: “Sean humildes ante el señor”. Es una elección. La humildad es algo que haces. Nadie puede hacerlo por ti. Otros pueden humillarte, pero no te hacen humilde. En esencia, la humildad es total dependencia de Dios. No es negar tus fortalezas; es ser honesto acerca de tus debilidades.

Los pensadores también necesitan ser cuidadosos para practicar lo que saben. Si lo sabes, ¡entonces hazlo! Santiago 1:22 dice: “No se contenten solo con escuchar la palabra, pues así se engañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica” (NVI).

La Palabra de Dios es nuestro manual de vida y es por esto que Dios quiere que hagamos las cosas en la forma que debemos hacerlas. Él es nuestro creador, y sabe la mejor forma que deberíamos vivir. La buena noticia es que Dios siempre está con nosotros, ayudándonos a seguir sus instrucciones.

Reflexiona sobre esto:

  • ¿Es más difícil para ti negar tus fortalezas o ser honesto respecto a tus debilidades? ¿Por qué crees que sea así?
  • Haz una lista de las cosas en las que crees sobre ti. ¿Estás haciendo algo al respecto?
  • ¿Cómo estás desarrollando y fortaleciendo tu mente como un acto de adoración?
Rick Warren

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