“Ningún sirviente puede servir a dos patrones… Ustedes no pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas”. Lucas 16:13 (NVI)
Si Dios te dice que debes dar algo ahora y dices, “Dios, puedo dar cualquier otra cosa, pero no eso”, entonces tú no posees esa cosa —eso te posee. Dios probará que está realmente primero en tu vida al pedirte que sueltes aquello que abrazas más fuertemente.
Lucas 16:13 dice, “Ningún sirviente puede servir a dos patrones… Ustedes no pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas” (NVI).
Tienes que decidir a quién o a qué vas a servir, y tu entrega reflejará tu decisión. Si Dios es el señor de tu vida, entonces Él debe ser el Señor de tu billetera, también.
Hubo una vez un hombre rico que dio a causas cristianas mucho más del diezmo. Él dijo que se encontró con un asesor financiero años atrás. Después de que hablaron por un tiempo, el asesor financiero tomó una hoja de papel y dibujó una caja, y por fuera de ella puso un signo de dólar representando el dinero y una cruz representando a Cristo. Él dijo, “Escucho dos cosas que están compitiendo por tu atención. No puedo ayudarte a planear tu vida hasta que me digas cuál de esas cosas quieres en el centro de esa caja, que representa tu vida”. El rico lo pensó por un momento y dijo: “Quiero a Cristo en el centro de mi vida”. Ese fue el punto de inflexión –ahí fue cuando él comenzó a invertir en la eternidad.
Si alguien viene a ti, dibuja una caja y pregunta qué hay en el centro de tu vida, ¿qué responderías? ¿Tu estado de cuenta respalda tu respuesta? Puedes decir que algo ocupa el primer lugar en tu vida, pero la manera en la que gastas tu tiempo y tu dinero revela la verdad.
Hay dos elecciones clave en tu vida cuando se trata de finanzas: quién será tu amo y dónde pondrás tu dinero —en la eternidad o en el aquí y el ahora.
“Más bien amontonen riquezas en el cielo, donde la polilla no destruye ni las cosas se echan a perder ni los ladrones entran a robar. Pues donde esté tu riqueza, allí estará también tu corazón” Mateo 6:20-21 (NVI).
Dios no necesita tu dinero. Él quiere lo que representa: tu corazón. Puedes mostrar a Dios que Él tiene todo tu corazón al rendirle el control de tu dinero y comprometerte a dar lo que Él te diga que des en servicio a Él y a otros.
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