“Quédate quieto en la presencia del Señor y espera con paciencia a que él actúe. No te inquietes por la gente mala que prospera”. Salmo 37:7 (NTV)
Es posible que ya no escuches mucho la palabra “inquietarse”. Es una palabra antigua que significa “preocuparse”. Cuando te preocupas, te estresas, te pones ansioso e impaciente. Te preocupas porque las cosas están sucediendo ya sea demasiado rápido y no puedes manejar el cambio, o porque las cosas van demasiado lento y quieres que Dios acelere las cosas.
Por lo general, no nos importa esperar si podemos quejarnos al respecto. Pero cuando eliges esperar pacientemente a Dios en lugar de preocuparte, en realidad es una declaración de fe. Estás haciendo una declaración acerca del carácter de Dios. Cuando esperas pacientemente, estás diciendo que confías en Dios y que tienes fe en Él. Estás admitiendo humildemente que eres dependiente de Dios.
La Biblia dice en el Salmo 37:7: “Quédate quieto en la presencia del Señor y espera con paciencia a que él actúe; no te inquietes por la gente mala que prospera” (NTV).
Una de las más grandes razones por la que nos estresamos, se debe a que estamos comparándonos constantemente con los demás. En lugar de enfocarnos en el amor de Dios y en lo que Él ha hecho por nosotros, vemos a otras personas, enfocándonos en lo que ellos tienen y nosotros no.
Compararte con los demás no es una elección sabia, ya eres uno solo en tu especie. Dios tiene un plan para tu vida que es diferente de su plan para cualquier otra persona. ¡Si estás deseando el plan de otra persona, entonces vas a perder el plan para tu vida! Comparar conduce a preocuparse. Cuando comparas, empiezas a preocuparte.
Pero la preocupación es totalmente inútil. Cualquier momento que pasas preocupándote, es desperdiciado, porque la preocupación no logra nada. La preocupación no puede cambiar el pasado. No puede controlar el futuro. Solo te hará sentir miserable. Es como sentarte en una mecedora, ir y venir, de ida y vuelta. No se hace ningún progreso y eso utiliza una gran cantidad de energía.
Filipenses 4:6 dice, “No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias” (NVI).
La preocupación nunca cambiará nada, pero la oración puede cambiar las cosas. Así que no te preocupes esta temporada navideña. ¡Solo ora!
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