Por qué los que han sido Perdonados No Tienen que Temer

“Que toda la alabanza sea para Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Es por su gran misericordia que hemos nacido de nuevo, porque Dios levantó a Jesucristo de los muertos. Ahora vivimos con gran expectación y tenemos una herencia que no tiene precio, una herencia que está reservada en el cielo para ustedes, pura y sin mancha, que no puede cambiar ni deteriorarse”. 1 Pedro 1:3-4 (NTV)

El temor no es nada nuevo. ¡Ha estado con nosotros desde el principio!

En el Jardín del Edén, Adán se escondió de Dios y dijo: “Tuve miedo”. Los seres humanos han estado viviendo con miedo a Dios y a los demás desde entonces.

El temor se basa en la ignorancia. Eso significa que la verdad es la única cura, y la verdad solo se puede encontrar en la Palabra de Dios.

La resurrección de Jesús en la primera Pascua te da cinco verdades para vencer el temor en tu vida. Ayer, compartí los dos primeros:

Sabes que Jesús te dice la verdad.
Sabes que la muerte no es el final.

Tercero, sabes que Dios te ama desmesuradamente. Dios no solo te envió una postal con una nota diciendo cuánto te ama. Se preocupó lo suficiente como para enviar lo mejor: ¡él mismo! Cuando Jesús estaba muriendo en la cruz con los brazos extendidos, estaba diciendo: “Te amo tanto”.

El temor y el amor no pueden existir en el mismo lugar. La Biblia nos dice: “En esa clase de amor no hay temor, porque el amor perfecto expulsa todo temor” 1 Juan 4:18a (NTV). Cuando invitas a Cristo a la puerta principal de tu corazón, el temor sale por la puerta de atrás.

Cuarto, sabes que Dios tiene un buen plan para tu vida. Cuando te abres al amor de Dios, Él se encarga de tu pasado, presente y futuro. Debido a la resurrección, tus pecados son perdonados, obtienes un propósito para vivir y obtienes un hogar en el cielo.

La Biblia lo describe así: “Que toda la alabanza sea para Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Es por su gran misericordia que hemos nacido de nuevo, porque Dios levantó a Jesucristo de los muertos. Ahora vivimos con gran expectación y tenemos una herencia que no tiene precio, una herencia que está reservada en el cielo para ustedes, pura y sin mancha, que no puede cambiar ni deteriorarse” 1 Pedro 1:3-4 (NTV). No obtendrás ese tipo de vida en ningún otro lugar. Solo lo obtienes a través del poder de la resurrección de Jesús.

Finalmente, quinto, sabes que Dios se hará cargo de tus necesidades. Una de las razones por las que luchas contra el temor es que te preocupas por el mañana, ¡y la preocupación no puede cambiar nada! No agregará un solo momento a tu vida, y no resolverá un solo problema.

Pero la resurrección garantiza que Dios suplirá todas tus necesidades, comenzando con tu salvación, brindándote el poder de Su resurrección. Pablo escribe: “También pido en oración que entiendan la increíble grandeza del poder de Dios para nosotros, los que creemos en él. Es el mismo gran poder que levantó a Cristo de los muertos y lo sentó en el lugar de honor, a la derecha de Dios, en los lugares celestiales” Efesios 1:19-20 (NTV).

Este año, mientras celebras la Pascua, recuerda que debido a que Jesús resucitó de entre los muertos, ya no eres un prisionero del temor. ¡Es una noticia tan buena que querrás compartirla!

Reflexiona sobre esto:

¿A veces es difícil creer que Dios tiene un buen plan para tu vida? ¿Por qué crees que esto es así?
¿Por qué el temor a menudo se basa en la ignorancia?
¿Qué necesidad en tu vida deberías pedirle a Dios para encontrarte con su poder de resurrección?

¿Estás cansado de ser oprimido por el temor?

No importa quién eres o de dónde eres. Si estás listo para entregar tu vida a Jesucristo, la puerta está abierta para ti.

Puedes hacer esta sencilla oración ahora mismo: “Querido Dios, estoy cansado de fingir y complacer a las personas y del estrés de tratar de ser perfecto cuando no puedo serlo. Estoy cansado de aferrarme a heridas y recuerdos que siguen causando dolor en mi vida. Estoy cansado del temor al rechazo y de ser conocido por esto. Quiero dejar ir todo.

Señor, entrego todo lo que me ha traído vergüenza, arrepentimiento, resentimiento y preocupación. ¡Ya no quiero vivir así! Quiero vivir una vida de libertad, y sé que eso solo se puede encontrar a través de tu Hijo, Jesucristo.

Hoy te confieso mi pecado y te pido que me perdones. Gracias, Jesús, porque abriste un camino para que yo fuera perdonado y aceptado por lo que hiciste en la cruz y tu resurrección. Me someto a ti como Señor de mi vida y quiero seguirte por el resto de mi vida. Por favor, lléname con tu amor y esperanza y ayúdame a caminar en fe, no en temor. Te pido esto en tu nombre. Amén”.