Por qué la Preocupación no Vale la Pena
por Rick Warren — Agosto 8, 2023
“No te preocupes” puede ser el mandato más difícil de cumplir en la Biblia. Cada uno de nosotros ha quebrantado ese mandamiento. Rompemos ese mandamiento todo el tiempo, porque está en nuestra naturaleza preocuparnos.
Jesús lo dijo así: “Por lo tanto, no se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas” Mateo 6:34 (NVI). La razón por la que te equivocas hoy es porque gastas la mayor parte de tu energía emocional lamentando el pasado y preocupándote por el futuro.
Pero la preocupación nunca ha cambiado nada. ¡La preocupación no vale la pena! No puede cambiar el pasado. No puede controlar el futuro. La preocupación solo puede hacerte infeliz en el día de hoy. Cada momento de tu vida que pasas preocupándote es desperdiciado.
La preocupación es enfocarse en tus miedos en lugar de confiar en Dios. Es ateísmo práctico. Cuando te preocupas, actúas como un huérfano. Estás actuando como si no tuvieras un Padre celestial que prometió cuidar de tus necesidades. Estás pensando que depende de ti ocuparte de tus problemas. Eso no está en la Biblia, está en los libros de autoayuda. Y simplemente no es cierto.
Si vas a romper ese hábito de preocupación en tu vida, tendrás que aprender a concentrarte en otra cosa. El ayuno, donde te abstienes de algo durante un cierto período de tiempo y permites que tu necesidad te acerque a Dios, puede ayudarte a hacerlo, al igual que la oración.
La Biblia dice en Romanos 8:6: “La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz” (NVI).
Tienes que elegir tu enfoque. Si vas a pensar a tu manera, te preocuparás, tendrás miedo y estarás ansioso. Vas a tener ansiedad porque estás controlado por tu naturaleza pecaminosa. Cuando estás enfocado en Dios y tienes el Espíritu de Dios en ti, no te preocupas. Eso conduce a la vida y la paz.
La clave para superar la preocupación no es decir: “No me voy a preocupar”. Eso nunca va a funcionar, porque estás concentrado en lo que no quieres.
La clave es cambiar de canal. No te resistas. Reenfócate. Pon tu atención en Dios y confía en su amor y en sus promesas para ti.
Reflexiona sobre esto:
- ¿De qué manera la preocupación te ha afectado mental, emocional e incluso físicamente?
- ¿Cuáles son algunas formas prácticas en las que puedes enfocarte en Dios?
- ¿Cómo te ayuda memorizar las Escrituras a reenfocarte en Dios a lo largo del día?