“El señor se compadeció de su siervo, le perdonó la deuda y lo dejó en libertad”. Mateo 18:27 (NVI)
La Palabra de Dios te dice que dejes ir tu dolor y resentimiento y perdones a otros. Tienes que soltar tu herida en vez de seguir guardándola.
Aquí hay tres razones por las cuales deberías perdonar:
Porque Dios te perdona. En Mateo 18, Jesús cuenta la historia de un rey que perdona a su siervo. El versículo 27 dice: “El señor se compadeció de su siervo, le perdonó la deuda y lo dejó en libertad” (NVI). Similar a cómo el rey canceló la deuda de este siervo, Dios envió a Jesucristo para pagar la deuda de tu pecado. Todo lo que has hecho mal en tu vida ya ha sido pagado por Jesús. Él tomó la culpa. Él pagó tu tiempo en la cárcel. Jesucristo murió por todos tus pecados.
Porque el resentimiento es auto tortura. Es una herida autoinfligida. Cada vez que estás resentido, siempre te duele más a ti que a la persona con la que estás amargado. De hecho, mientras todavía estás preocupado por algo que sucedió hace años, ¡la otra persona lo ha olvidado! Tu pasado es pasado y ya no puede hacerte daño, a menos que te aferres a eso.
Porque necesitas perdón todos los días. La Biblia enseña muy claramente que no puedes recibir lo que no estás dispuesto a dar. ¿Cómo puedes recibir el perdón que Dios te ha mostrado si no estás dispuesto a perdonar a los demás? Si quieres ser perdonado, tienes que perdonar.
El perdón es un estilo de vida. No es solo algo que haces una vez. Lo necesitas todos los días de tu vida. Tienes que pedir perdón, aceptar el perdón de Dios y de los demás, y ofrecer perdón. Es un proceso continuo que te traerá alegría.
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