Para ser Libre, Recuerda las Promesas de Dios
por Rick Warren — Marzo 31, 2024
El temor nunca te dará una vida de libertad. ¡Siempre te limitará! Puedes llamarlo preocupación o ansiedad, pero los resultados son los mismos. Es una prisión de temor.
Incluso cuando Jesús resucitó de entre los muertos en la primera Pascua, el temor alejó a los discípulos de cómo Dios quería usarlos.
Juan 20:19 dice: “Al atardecer de aquel primer día de la semana, estando reunidos los discípulos a puerta cerrada por temor a los judíos, entró Jesús y poniéndose en medio de ellos, dijo: —¡La paz sea con ustedes!” (NVI). Después de la muerte de Jesús, los discípulos se encerraron en una casa porque creían que los líderes religiosos serían los siguientes en perseguirlos. Pero esas puertas no solo mantuvieron a las autoridades judías fuera de sus vidas. También mantuvo a todos los demás fuera.
El temor siempre excluye a las personas de tu vida. Tienes temor de que vuelvan a lastimarte, así que no dejas que nadie se acerque a ti. Pero no puedes amar sin correr el riesgo de sufrir.
Entonces, ¿cómo escapas de tu prisión de temor para poder volver a acercarte a las personas? No lo haces a través de un libro de autoayuda. Solo Dios puede sacarte.
Dios hace esto cuando tú:
- Recuerdas cuánto te ama Dios.
Debes hacer esto cada vez que comiences a entrar en pánico y temor. Recuerda que “Nosotros sabemos cuánto nos ama Dios y hemos puesto nuestra confianza en su amor. Dios es amor, y todos los que viven en amor viven en Dios y Dios vive en ellos. . . En esa clase de amor no hay temor, porque el amor perfecto expulsa todo temor. Si tenemos miedo es por temor al castigo, y esto muestra que no hemos experimentado plenamente el perfecto amor de Dios” 1 Juan 4:16, 18 (NTV).
Cuando invitas al amor de Dios a tu vida, el temor ya no puede habitar. ¡El amor y el temor no pueden permanecer juntos! Cuanto más aceptes el amor de Dios, menos temor tendrás en tu vida, serás más valiente y fuerte, estarás más confiado.
- Recuerdas que Dios tiene un plan para ti.
El plan de Dios siempre es bueno. Pueden pasar cosas malas en tu vida, pero ese no es el plan de Dios. La Biblia nos dice: “Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de quienes lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos” Romanos 8:28 (NTV).
Dios se especializa en sacar lo bueno de lo malo. ¡Él convierte las crucifixiones en resurrecciones! Los discípulos respondieron con temor y desesperación a la muerte de Jesús en la cruz, pero Dios sacó algo bueno de eso, la salvación de toda la humanidad.
El plan de Dios para ti es bueno. Pase lo que pase, Él convertirá todo en algo bueno.
Ver a Jesús y comprender Su amor por ellos sacó a los discípulos de detrás de las puertas cerradas. Siempre que empieces a sentir temor, recuerda las promesas de Dios para ti. Entonces, serás libre para descansar en Su amor y abrir tu vida para amar a los demás.
Reflexiona sobre esto:
- ¿Cómo has visto que el temor aleja a las personas de lo mejor que Dios tiene para ellas?
- ¿Cuándo Dios ha sacado lo bueno de lo malo en tu vida?
- ¿De qué tienes temor en este momento que te impide experimentar la vida que Dios quiere para ti? Pasa un tiempo agradeciendo a Dios por su amor y el maravilloso plan que tiene para ti, y pídele que haga crecer tu fe para que puedas avanzar hacia Su sueño para tu vida.
La libertad de Dios está disponible para ti hoy
Dios prometió que para aquellos que creen en Jesús, no hay condenación. Él envió a Jesús para salvarte de tu pecado. Su muerte en la cruz pagó por cada mal que has hecho o harás. Y al sacrificarse por tus pecados y darte Su justicia, Jesús hizo posible que tengas una relación con Dios, el Padre.
Y las buenas noticias de la Pascua no se detienen ahí. Dios también resucitó a Jesús de entre los muertos, demostrando su poder sobre el pecado y la muerte. Y eso hace posible que pases la Eternidad con Él en el Cielo.
Si estás listo para entregar tu vida a Jesucristo, comienza con esta sencilla oración:
“Querido Dios, sé que soy un pecador y te pido perdón. Creo que Jesucristo es tu Hijo. Creo que murió por mi pecado y que lo resucitaste. Quiero confiar en Él como mi Salvador y seguirlo como mi Señor, desde este día en adelante. Guía mi vida y ayúdame a hacer tu voluntad. En el nombre de Jesús oro. Amén”.