“Deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón”. Salmo 37:4 (NTV)
La oración persistente pone a prueba tus deseos. Cuando comiences a orar para abrir camino y avanzar en tu vida, descubrirás que tu oración evoluciona y se desarrolla a medida que te concentras en lo que realmente quieres.
Todo el mundo tiene deseos. La razón por la que tienes deseos es porque Dios los puso en ti. Todos los dones de Dios son buenos, pero un deseo puede ser mal usado, abusado y pervertido. El fuego es bueno en la chimenea, pero el fuego en el lugar equivocado puede incendiar una casa.
Hay buenos deseos en tu vida, y también hay malos. Hay deseos apropiados e inapropiados en tu vida, útiles y dañinos, constructivos y destructivos. Cuando oras persistentemente, tus deseos se filtran y Dios revela cuáles deseos son buenos y cuáles no.
La oración persistente también muestra la diferencia entre un capricho y un deseo profundo. Si le pides algo a Dios solo una vez, no es un deseo profundo. Es solo un capricho. Dios no está en el negocio de cumplir todos tus caprichos. Como tu Padre celestial, Él está más interesado en cuidar tus deseos más profundos.
En última instancia, Dios quiere concederte tus deseos. Pero solo quiere asegurarse de que Él es tu primer deseo y todo lo demás es secundario. A medida que oras persistentemente, tu corazón se vuelve más y más hacia Dios y las cosas que Él ama. Entonces comienzas a desear aquellas cosas que honran a Dios y lo mantienen primero en tu corazón. No hay casi nada que Dios no haga por la mujer o el hombre que pone a Dios primero en cada área de su vida.
La Biblia promete: “Deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón” Salmo 37:4 (NTV).
Dios no es tacaño. ¡Él está esperando que le pidas! Deléitate en el Señor. Préstale tu atención mientras oras persistentemente y filtra los caprichos para que estés orando por tus deseos más profundos.
Reflexiona sobre esto:
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“Dios mío, tú nos diste tus instrucciones para que las obedeciéramos fielmente”. Salmo 119:4 (PDT)…
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