No importa lo que estás pasando, puedes vivir con esperanza. Ese es el mensaje constante y primordial de la Biblia. 

En el devocional de ayer, compartí contigo la primera razón por la que podemos vivir con esperanza: Dios nos eligió antes de que nosotros lo eligiéramos.

La segunda razón es ésta: Dios nos trata siempre con gracia y misericordia. 

Pedro escribe a aquellos que ya son creyentes, “Que toda la alabanza sea para Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Es por su gran misericordia que hemos nacido de nuevo.” (1 Pedro 1:3a NTV). 

Cuanto más comprendemos la gracia, más nos sorprenderemos de ella. Es completamente inmerecida. Es totalmente inmerecida. No es algo que te puedas ganar o trabajar. Es un regalo de la misericordia de Dios.  

Tú no puedes hacer que Dios te amé más de lo que ahora te ama. Tú no puedes hacer que te amé menos. Su amor se basa en su misericordia por ti.

La Palabra de Dios nos dice, “Cuando Dios nuestro Salvador dio a conocer su bondad y amor, él nos salvó, no por las acciones justas que nosotros habíamos hecho, sino por su misericordia. Nos lavó, quitando nuestros pecados, y nos dio un nuevo nacimiento y vida nueva por medio del Espíritu Santo.”  (Tito 3:4-5 NTV)

Esto es muy importante que lo entiendas. Cuando te equivocas como creyente, Dios no se enoja contigo. Dios no quiere vengarse de ti. Dios no empieza a planear estropear tu vida. Dios siempre actúa con misericordia hacia ti. ¿Por qué? Porque tú estás cubierto por la sangre de Jesucristo desde que lo aceptaste como tu Salvador. Es por ello que Dios responde en misericordia cada vez que haces un desastre.

Y eso debería darte esperanza. 

Reflexiona sobre esto: