Todos tenemos áreas de la vida que cambiaríamos si pudiéramos. Hemos intentado una y otra vez mejorar nuestras vidas por nuestra cuenta.

Y hemos fracasado, miserablemente.

¿Por qué? No podemos cambiarnos nosotros mismos. Si pudiéramos, lo haríamos. Pero no podemos, así que nunca lo haremos por nuestra cuenta.

La fuerza de voluntad no funciona. Como mucho, funciona durante seis meses. Pero nuestra fuerza de voluntad es limitada. Muy pronto se nos acaba y nos rendimos. Dejamos la dieta y volvemos a los malos hábitos. Volvemos a las malas relaciones y empezamos a hacer los mismos patrones que teníamos antes. Necesitamos más que fuerza de voluntad para cambiar nuestras vidas.

Necesitamos el poder de Dios.

Pablo entendió esto, él escribió, “Hay algo dentro de mí, que lucha contra lo que creo que es bueno. Trato de obedecer la ley de Dios, pero me siento como en una cárcel, donde lo único que puedo hacer es pecar. Sinceramente, deseo obedecer la ley de Dios, pero no puedo dejar de pecar porque mi cuerpo es débil para obedecerla. ¡Pobre de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo, que me hace pecar y me separa de Dios? ¡Le doy gracias a Dios, porque sé que Jesucristo me ha librado!” Romanos 7:24-25 (TLA).

Así que deja de tratar de cambiarte a ti mismo. No necesitas una clase. No es necesaria una nueva relación. No es necesario un libro de autoayuda. No necesitas más dinero.

Necesitas a Jesús.

Reflexiona sobre esto:

• ¿Cuáles son algunas maneras que has tratado de cambiar en tu vida que no han funcionado?
• ¿Por qué crees que la fuerza de voluntad es tan ineficaz para hacer cambios en nuestras vidas?
• ¿Cómo se obtiene el poder de Dios?

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Si todavía no has confiado en Jesús y no te has comprometido a seguirlo, ¿por qué esperar más?
Si estás listo para cruzar esa línea y tomar la decisión de creer en Jesucristo y seguirlo,
haz esta oración.