“Hay quienes mueren en la flor de la vida, rebosantes de salud y de paz… Otros mueren con el ánimo amargado, sin haber disfrutado de lo bueno.” (Job 21:23, 25 NVI).
Dios colocará oportunidades frente a ti, puertas que solo tú puedes abrir. Pero no puedes atravesarlas si no tienes perdón. La falta de perdón es una prisión.
Permíteme compartir una historia que ilustra esto vívidamente.
En la víspera de Navidad de 1979, cuando Danny Duchene era un joven adolescente, supo que sus padres habían sido arrestados y encarcelados en México por contrabandear cocaína. La noticia lo llenó de miedo y rabia. Condujo hasta un estacionamiento vacío y se drogó en su auto. Al darse cuenta de que las drogas le daban un alivio temporal del dolor, se comprometió a hacerlo todos los días.
A medida que su adicción creció, también lo hizo su ira y ansiedad, lo que le llevó a tomar decisiones más arriesgadas hasta que un día participó en un crimen en el que fue responsable de la muerte de dos hombres.
Danny no sabía que la prisión se convertiría en un lugar de rescate. Antes de recibir una doble cadena perpetua, Danny dio su vida a Jesús. Finalmente, a través del ministerio de Celebremos la Recuperación, Danny aprendió a pedir perdón y a aceptar el perdón, de él y de sus padres.
En la víspera de Navidad de 2014, 35 años después de que sus padres fueron encarcelados en una prisión mexicana, Danny salió de la prisión y se convirtió en un pastor de la Iglesia Saddleback. Hoy, más de tres décadas después de que le dijeron que pasaría el resto de su vida en prisión, está ayudando a los prisioneros de todo el país a encontrar la esperanza y sanación a través de Jesucristo.
Antes de que pudiera cruzar esa puerta de oportunidad, Danny tuvo que salir de la prisión de la amargura.
La Biblia nos dice: “Hay quienes mueren en la flor de la vida, rebosantes de salud y de paz… Otros mueren con el ánimo amargado, sin haber disfrutado de lo bueno.” (Job 21:23, 25 NVI).
Tienes una opción. Puedes aferrarte a la falta de perdón y la amargura, o puedes experimentar la vida que Dios te está llamando a vivir.
No puedes tener ambos.
Puedes pensar que la persona que te lastimó no merece tu perdón. Tienes razón, pero tampoco mereces el perdón.
Efesios 4:32 dice: “Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.” (NVI).
El perdón no es fácil. Pero es la única manera de entrar en la vida que Dios quiere para ti.
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