“Tú diriges a los humildes en la justicia y les enseñas su camino”. Salmo 25:9 (NBV)
Humildad es no pensar menos de uno mismo. Puedes tener confianza en ti mismo y ser humilde al mismo tiempo. Humildad es pensar menos en uno mismo. Cuando te centras en Dios y en ayudar a los demás, naturalmente piensas menos en ti mismo.
No es una manera fácil de vivir. ¿Por qué alguien elegiría pensar más en los demás que en sí mismo? Porque Dios hace muchas promesas en la Biblia a los cristianos que se humillan. La humildad es algo muy importante para Dios.
Aquí hay cuatro cosas que Dios hará en tu vida cuando trabajes en ser humilde.
Si eres humilde, Dios te guiará.
Si no sabes qué camino tomar, si entrar o salir, aguantar o soltar, entonces se humilde. Cuando te humillas, Dios te aclarará tu próximo paso. ¡Cometerás menos errores en la vida! “Tú diriges a los humildes en la justicia y les enseñas su camino” Salmo 25:9 (NBV).
Si eres humilde, Dios te bendecirá.
Estas promesas se encuentran en todas las Escrituras, como Isaías 66:2, “Bendeciré a los que tienen un corazón humilde y arrepentido, a los que tiemblan ante mi palabra” (NTV). Dios no bendice a las personas egoístas u orgullosas ni a aquellos que en secreto creen que son mejores que los demás. Bendice a los humildes.
Si eres humilde, Dios te dará el poder de cambiar.
El poder de cambiar se llama gracia. Tal vez haya cosas en tu vida que te gustaría cambiar. Quizás has intentado cambiar, pero no puedes o no lo haces. ¡Necesitas gracia! ¿Cómo se obtiene la gracia de Dios y el poder de cambiar?
“Dios se opone a los soberbios, pero da gracia a los humildes” Santiago 4:6 (NTV). Cada vez que eres orgulloso, estás en el lado opuesto de Dios y no quieres estar allí. Cuanto más humilde eres, más gracia te da Dios.
Si eres humilde, Dios reducirá tu estrés.
Si eres orgulloso, tu estrés aumentará. En cambio, escucha a Jesús: “Pónganse mi yugo. Déjenme enseñarles, porque yo soy humilde y tierno de corazón, y encontrarán descanso para el alma” Mateo 11:29 (NTV).
Cuando estés agotado y sientas que no te queda nada para dar, ríndete a Jesús. Pasa tiempo en la Biblia, aprendiendo a elegir la mansedumbre y la humildad con su ejemplo. Ora y pídele la gracia de cambiar.
Entonces encontrarás el descanso que tu alma ha estado anhelando.
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