“Tu palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero” (Salmo 119:105 NVI).
Cuando necesitas tomar una decisión, la primera prueba ideal es esta: “¿Mi decisión está en armonía con la Palabra de Dios?”
Tienes que decidir quién va a ser tu máxima autoridad en la vida. Realmente se reduce a esta elección: La Palabra de Dios o el mundo. ¿Vas a basar tus decisiones en lo que Dios dice o lo que dice la gente?
Si basas tu vida en la opinión popular, siempre vas a ser obsoleto, porque cambia todos los días. Lo que estaba “bien” ayer no lo es hoy, y lo que está “bien” hoy no lo estará mañana. Si basas tu vida en la cultura popular, lo políticamente correcto, o las encuestas de opinión, tendrás dificultades ¡porque estás construyendo en un fundamento que cambia continuamente!
Por otro lado, si basas tu vida en la palabra de Dios, la verdad nunca cambia. La verdad es siempre verdad. Así que si Dios dice que algo estaba mal hace diez mil años, seguía estando mal hace quinientos años, y está mal hoy, y estará mal en mil años a partir de hoy. No me importa lo que las encuestas de opinión y lo políticamente correcto o los medios digan. Si Dios dice que está mal, está mal. Siempre lo ha estado y siempre lo estará. Si Dios dice que es correcto, siempre será correcto. ¡Ese es un fundamento sólido!
Dios ha formado el universo con ciertas leyes –física, moral y espiritual. Dios construyó el universo alrededor de estas leyes porque todas son para tu beneficio. Cuando cooperas con los principios en este universo, tendrás éxito. Si los rechazas, desobedeces, ignoras, y te rebelas contra los principios de Dios, tú eres el que saldrá herido.
No puedes quebrantar las leyes de Dios. ¡Ellas te quebraran! Si subo al techo de un edificio y salto, no rompo la ley de la gravedad. La gravedad me rompe. Lo mismo es cierto con las leyes morales y las leyes espirituales. No puedes solo mostrar desacuerdo faltándole el respeto a Dios y salirte con la tuya. Inevitablemente habrá un ajuste de cuentas. En cualquier ocasión que violes los principios de Dios, estás buscando problemas.
Con todo esto en mente, puedes estar confiado con tu decisión. Si Dios dice que está bien, entonces hazlo. Si Dios dice no, entonces no lo hagas.
“Tu palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero” (Salmo 119:105 NVI).
Reflexiona sobre esto:
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