“Sabemos que nuestro antiguo ser pecaminoso fue crucificado con Cristo para que el pecado perdiera su poder en nuestra vida. Ya no somos esclavos del pecado. Pues, cuando morimos con Cristo, fuimos liberados del poder del pecado”. Romanos 6:6-7 (NTV)
Dios da cuatro grandes libertades a todos los que ponen su confianza en Él. Ya vimos las dos primeras: una conciencia limpia y acceso personal a Dios. La tercera libertad es el poder de hacer lo correcto.
La mayoría de las personas piensan que la libertad significa que no hay reglas, límites ni regulaciones, pero esa es una visión muy limitada de la libertad. En cambio, la libertad es el poder que Dios te da en su gracia para decir “sí” a las cosas que son buenas para ti y “no” a las cosas que son dañinas.
Si no tienes el poder de decir “no”, hay una palabra para eso: adicción. Y con ello vienen las obsesiones y las compulsiones en tu vida. La Biblia enseña: “Uno es esclavo de aquello que lo controla” 2 Pedro 2:19 (NTV).
Una vez leí una historia sobre un hermano y una hermana que fueron alentados por sus padres a “encontrar su felicidad”. Su hogar no tenía límites y se les permitía experimentar con el sexo y las drogas. Para cuando tenían veintitantos años, sus vidas estaban fuera de control.
El hermano pronto se dio cuenta: “Mi libertad no era libertad en absoluto. Por fuera, parecía estar disfrutando de la vida. Pero por dentro estaba esclavizado a mis propios miedos, inseguridades y compulsiones. Necesitaba a alguien que me liberara de mí mismo”.
Eso es exactamente lo que todos necesitamos: alguien que nos libere de nosotros mismos.
¿Alguna vez pensaste, “¿Por qué me vuelvo loco con las personas que más amo? ¿Por qué estoy ansioso y temeroso todo el tiempo? ¿Cómo me detengo?” Estas son cosas que quizás hayas intentado cambiar de ti mismo pero que no tuviste el poder de cambiar. Ese tipo de poder viene sólo de Dios.
Pablo expresó esta tensión en Romanos 7:24-25: “¡Soy un pobre desgraciado! ¿Quién me libertará de esta vida dominada por el pecado y la muerte? ¡Gracias a Dios! La respuesta está en Jesucristo nuestro Señor. Así que ya ven: en mi mente de verdad quiero obedecer la ley de Dios, pero a causa de mi naturaleza pecaminosa, soy esclavo del pecado” (NTV).
¿Por qué Jesucristo es la respuesta? Jesús promete: “Así que, si el Hijo los hace libres, ustedes son verdaderamente libres” Juan 8:36 (NTV).
La libertad no es simplemente no tener límites. La libertad radical es la libertad de decir “sí” a las cosas que mejoran tu salud, aumentan tu felicidad y llenan tu vida de significado. La libertad radical es el poder de hacer lo correcto.
Reflexiona Sobre Esto:
Si todavía no has confiado en Jesús y no te has comprometido a seguirlo, ¿por qué esperar más? Si estás listo para cruzar esa línea y tomar la decisión de creer en Jesucristo y seguirlo; haz esta oración.
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