El confesar tu pecado es bueno para tu salud – cualquier psicólogo te dirá esto. Es bueno limpiar tu conciencia y sacar las cosas de tu pecho. Tu cuerpo no está hecho para cargar la culpa dentro de ti. Cuando lo haces, es como sacudir un refresco con la tapa. Se explotará eventualmente.
David dice esto en el Salmo 32:3-5: “Mientras me negué a confesar mi pecado, mi cuerpo se consumió y gemía todo el día…. Mi fuerza se evaporó como agua al calor del verano. Finalmente te confesé todos mis pecados y ya no intenté ocultar mi culpa… ¡Y me perdonaste! Toda mi culpa desapareció” (NTV).
David había interiorizado su culpabilidad, y eso afectó físicamente su cuerpo. Si no sacas tus problemas, tu culpabilidad o tu amargura con Dios, tu cuerpo va a ser afectado, te enfermaras.
Varios médicos me han dicho que mucha gente podría dejar el hospital hoy, si supieran cómo deshacerse de la culpa o el resentimiento sobre cosas que han hecho a otros y que otros les han hecho a ellos.
Dios quiere que tengamos una mejor salud y una forma es a través de la confesión y el perdón. Acepta la gracia de Dios y libérate de tu culpa.
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