La Adoración es el Antídoto para la Preocupación

“Sea de una forma u otra, el amor de Cristo nos controla. Ya que creemos que Cristo murió por todos, también creemos que todos hemos muerto a nuestra vida antigua”. 2 Corintios 5:14 (NTV)

Dios te creó para cinco propósitos: adoración, compañerismo, discipulado, ministerio y evangelismo. Pero no puedes cumplir esos propósitos por tu cuenta. La vida no es un acto en solitario. Fuiste creado para la comunidad.

La única forma en que puedes cumplir los cinco propósitos de Dios en tu vida es con personas que te den su opinión espiritual. ¡Necesitas una familia de la iglesia! ¿Por qué? Porque la iglesia te ayuda a centrar tu vida en Dios.

Dios no te puso en la Tierra para vivir una vida egocéntrica. Él quiere estar en el centro de tu vida. Él te hizo para amarte, y quiere que tú lo ames también. En cierto sentido, Dios dice: “Quiero ser el eje de tu corazón. Quiero ser el centro de tu atención. Quiero ser el centro de tu vida. Quiero ser el eje de tu existencia”.

La Biblia dice: “Sea de una forma u otra, el amor de Cristo nos controla. Ya que creemos que Cristo murió por todos, también creemos que todos hemos muerto a nuestra vida antigua” 2 Corintios 5:14 (NTV).

¿Cómo puedes saber que Cristo está en el centro de tu vida? Deja de preocuparte. Filipenses 4:6-7 dice: “No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que él ha hecho. Así experimentarán la paz de Dios, que supera todo lo que podemos entender. La paz de Dios cuidará su corazón y su mente mientras vivan en Cristo Jesús” (NTV).

Hay una palabra para esto: adoración. Cuando enfocas tu vida en Dios, adoras. Y la adoración es el antídoto para la preocupación. Si quieres preocuparte menos, adora más.

¿Cuándo se supone que debes adorar? La Biblia dice: “Trabajarán ustedes durante seis días, pero el séptimo día es de completo reposo; es un día de asamblea sagrada en mi honor, en el que no harán ningún trabajo. Dondequiera que ustedes vivan, será sábado consagrado al Señor” Levítico 23:3 (NVI). Una vez a la semana, Dios quiere que te reúnas con otros creyentes para reenfocar, recalibrar y volver a centrar tu vida en Él.

¿Dónde se supone que debes hacerlo? Hechos 2:46 dice: “No dejaban de reunirse en el templo ni un solo día” (NTV).

¿Puedes ver que Dios quiso que fueras parte de una familia de la iglesia? Una familia de la iglesia te ayuda a enfocar y centrar tu vida en Dios para que puedas cumplir tu propósito en tu vida.

Reflexiona sobre esto:

  • ¿Qué es algo que te ha preocupado? ¿Cómo puedes convertir esa preocupación en adoración hoy?
  • ¿Cómo crees que cambiaría tu vida si le entregaras todas tus preocupaciones a Jesús y le permitieras ser el centro de tu vida?
  • En términos prácticos, ¿qué puede hacer una familia de la iglesia para ayudarte a reenfocar tu vida en Dios?

 

Dios te creó para amarte, y uno de los lugares que más claramente lo ves es en la cruz.

A través de la muerte y resurrección de Jesús, Dios hizo posible que seas parte de su familia por la eternidad. No importa lo que hayas hecho o dónde hayas estado, tienes un lugar listo y esperándote en la familia eterna de Dios. La invitación está abierta. Solo tienes que creerlo y recibirlo.

¿Estás listo? Aquí hay una oración con la que puedes comenzar:

“Querido Dios, sé que cuando muera, te daré cuenta de mi vida. Sé que he pecado contra ti y he vivido según mi plan, no el tuyo. Quiero que eso cambie, comenzando ahora mismo. Quiero alejarme de mis pecados y volverme hacia ti.

Gracias por enviar a Jesús a morir por todo lo que he hecho mal para no tener que pagar la pena. Sé que no merezco tu perdón. Sé que solo tu gracia puede salvarme, Señor. Nunca podría ser lo suficientemente bueno para entrar en un lugar perfecto.

Jesús, gracias por amarme tanto que tomaste toda mi culpa sobre ti. Tú me hiciste aceptable para el cielo, y te pido humildemente que me salves. Yo creo en ti, Jesús. Y creo que cumplirás tu promesa de salvarme instantánea, certera, completa y eternamente. En el nombre de Jesús oro. Amén”.


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