Jesús Escogió Sufrir Por Ti
por Rick Warren — Abril 9, 2022
Pocas personas están dispuestas a sufrir por alguien más. Pero Jesús lo estuvo. De hecho, Él no solo sufrió por una persona; ¡Él escogió sufrir por todas las personas del mundo!
En el libro de Juan se describe algunos de los sufrimientos de Jesús: “Jesús sabía que su misión ya había terminado y, para cumplir las Escrituras, dijo: «Tengo sed». Había allí una vasija de vino agrio, así que mojaron una esponja en el vino, la pusieron en una rama de hisopo y la acercaron a los labios de Jesús” Juan 19:28-29 (NTV).
Jesús estaba en agonía en la cruz —y Él tenía sed. Él estaba sufriendo, no solo de dolor, pero también de una gran sed.
Jesús no merecía sufrir por el pecado de todos. Cada uno de nosotros merece sufrir por nuestros propios pecados. Pero Jesús estaba dispuesto a sufrir y a tener sed por ti para que tú pudieras ir al Cielo.
Jesús no hizo nada malo. Él no cometió ningún crimen. Él no hirió a nadie. Él vivió una vida perfecta. Entonces, ¿porqué ellos lo mataron?
Jesús murió por la redención de otros. Él tenía sed para tu beneficio.
“Pero Dios mostró el gran amor que nos tiene al enviar a Cristo a morir por nosotros cuando todavía éramos pecadores” Romanos 5:8 (NTV).
El amor de Jesús por ti es tan grandioso, profundo y ancho que Él estuvo dispuesto a tomar tu pecado como su propio pecado y cubrirlo con su justicia. Tu pecado le costó su vida. ¡Él te considera digno!
Es difícil entender ese tipo de amor, pero quizás esta historia te ayude:
En 1987, el vuelo 255 de la Aerolínea Northwest salió desde el Aeropuerto Metropolitano de Detroit. Veinticinco segundos más tarde se estrelló y murieron 156 personas. Sólo una persona sobrevivió—una niña de 4 años llamada Cecilia de Tempe, Arizona.
¿Cómo pudo lograrlo cuando todos los demás murieron? Los rescatistas unieron las piezas de lo que pudo haber acontecido. Evidentemente, cuando los pasajeros se dieron cuenta que se iban a estrellar, la madre de Cecilia se quitó el cinturón de seguridad, se volteó, y se colocó al frente de su hija. La rodeó con su cuerpo, cubriéndola con su amor, protegiendo a su pequeña niña. La madre dio su vida por ella.
¡Eso es lo que Jesús hizo por ti! Él sufrió para que tú no tuvieras que hacerlo. Él pasó por un infierno en la cruz para que tú no tuvieras que pasar la eternidad en el infierno. Él te cubrió y te protegió del castigo, las llamas y el dolor.
Jesús voluntariamente murió para que tú pudieras tener vida eterna. Él escogió morir para comprar tu redención. Tú nunca tendrás que preguntarte cuánto Dios te ama. ¡Él ya te lo mostró en la cruz!
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Reflexiona sobre esto:
- ¿Por qué piensas que Dios te quiere con Él en el Cielo para siempre?
- Aparte de su amor, ¿Qué más revela el sufrimiento de Jesús sobre el carácter de Dios?
- ¿Cómo el entender cuán malo es tu pecado te ayuda a entender cuánto Dios te ama?
Jesús es tu Redentor.
La Biblia dice que cada uno de nosotros peca y que el castigo del pecado es muerte. Pero Dios te amó tanto que envió a su Hijo, Jesús, a pagar la penalidad de tus pecados, para traerte a la familia de Dios y para salvarte del temor a la muerte.
Si estás listo para entrar a la familia de Dios, aquí está una oración con la que puedes comenzar:
“Querido Dios, yo sé que cuando muera voy a rendir cuentas de mi vida directamente a ti. Yo confieso que te he ignorado. Yo sé que he pecado en contra tuya, y he vivido de acuerdo con mi plan, y no el tuyo. Yo quiero cambiar, comenzando ahora mismo. Yo quiero alejarme de mis pecados y acercarme a ti.
Gracias por enviar a Jesús a morir por todo lo malo que he hecho para que yo no tenga que pagar el castigo. Yo sé que no merezco tu perdón. Yo sé que solo tu gracia me puede salvar, Señor.
Jesús, gracias por amarme tanto que tomaste toda mi culpa sobre ti y sufriste por mí. Me hiciste aceptable para el Cielo, y humildemente te pido que me salves. Te pido que me salves de mis pecados y el miedo a la muerte. Yo creo en ti, Jesús. Y creo que tú mantendrás tu promesa de salvarme instantánea, verdadera, completa, y eternamente. En el nombre de Jesús. Amén”.