“Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito”. Romanos 8:28 (NVI)
Todos estamos incompletos. Todos somos imperfectos. A veces nos lastimamos, ya sea intencionalmente o sin querer. La vida no es justa. Las personas inocentes sufren. Todo el mundo ha experimentado un trato injusto o perjudicial de alguna manera.
¿Cómo respondes a esto? Si comienzas a pensar demasiado en esto, poniéndote ansioso, explotando y preocupándote, tu alma recibe el golpe. Los rencores por lo que otros te han hecho lastimarán tu alma, afectando tus pensamientos, emociones y decisiones. El resentimiento, la amargura, las represalias y la venganza te harán daño.
La Biblia afirma que Dios hará justicia. El juicio viene un día. Las personas que fueron maltratadas, mal juzgadas o tratadas injustamente recibirán justicia. Sin embargo, la venganza no te corresponde: “No tomen venganza, hermanos míos, sino dejen el castigo en las manos de Dios, porque está escrito: «Mía es la venganza; yo pagaré», dice el Señor” Romanos 12:19 (NVI).
Los rencores te ciegan ante todo lo bueno que Dios ha hecho en tu vida. Te vuelves ciego a la verdad. Te vuelves ciego a las necesidades de las personas que te rodean. Tu alma no será restaurada hasta que dejes ir el rencor. Eso es lo que Jesús quiere ayudarte a hacer. Dios quiere restaurar tu alma, sacando las cosas amargas de tu vida y convirtiéndolas en cosas mejores.
Romanos 8:28 dice, “Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito” (NVI).
Por supuesto, sabemos que no todo lo que te sucede es bueno. Pero, ¿puede Dios tomar las cosas malas que las personas te hacen y usarlas para bien? Sí. ¿Puede Dios tomar tus pecados y tus errores y sacar el bien de ellos? Sí. ¿Puede Dios tomar tus propias debilidades y tu voluntad destruida y trabajar para bien? Sí. Cualquiera puede sacar lo bueno de lo bueno, pero Dios se especializa en sacar lo bueno de lo malo.
Dios transforma tus heridas en santidad y sabiduría. Él usa las ofensas para eliminar tus decepciones.
Cuando crees que Dios puede sacar cosas buenas de las cosas malas, Él comenzará a reconstruir tu alma: tus pensamientos destruidos, tus emociones destruidas y tu voluntad destruida.
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