Dios nos hace Crecer un Paso a la Vez

“Desháganse de su vieja naturaleza pecaminosa y de su antigua manera de vivir, que está corrompida por la sensualidad y el engaño. En cambio, dejen que el Espíritu les renueve los pensamientos y las actitudes. Pónganse la nueva naturaleza, creada para ser a la semejanza de Dios, quien es verdaderamente justo y santo”.  Efesios 4:22-24 (NTV)

Aunque Dios podría transformarnos instantáneamente, ha elegido desarrollarnos lentamente. Jesús fue cuidadoso en el desarrollo de sus discípulos, así como Dios permitió que los israelitas tomaran la Tierra Prometida “poco a poco” para que no se sintieran abrumados (véase Deuteronomio 7:22). Él prefiere trabajar paso a paso en nuestras vidas.

¿Por qué toma tanto tiempo cambiar y crecer? Hay varias razones:

  • Somos aprendices lentos. A menudo tenemos que volver a aprender una lección 40 o 50 veces para realmente obtenerla. Los problemas continúan y pensamos: “¡No otra vez! ¡Ya lo he aprendido!” Pero Dios sabe mejor. La historia de Israel ilustra cuán rápido olvidamos las lecciones que Dios nos enseña y cuán pronto volvemos a nuestros viejos patrones de comportamiento. Necesitamos enseñanza repetida.
  • Tenemos que olvidar lo aprendido. Dado que la mayoría de nuestros problemas, y todos nuestros malos hábitos, no se desarrollaron de la noche a la mañana, no es realista esperar que desaparezcan de inmediato. No hay ninguna píldora, oración o principio que al instante deshaga el daño de muchos años. Requiere el arduo trabajo de eliminación y substitución. La Biblia lo llama “quitarse el viejo yo” y “vestirse del nuevo yo” (Romanos 13:12; Efesios 4:22-24; Colosenses 3:7-10, 14).
  • El crecimiento a menudo es doloroso y aterrador. No hay crecimiento sin cambio, no hay cambio sin miedo o pérdida, y no hay pérdida sin dolor. Cada cambio implica una pérdida de algún tipo. Tememos estas pérdidas, incluso si nuestras viejas maneras fueron contraproducentes, porque, al igual que un par de zapatos gastados, al menos eran cómodos y familiares.
  • Los buenos hábitos tardan en desarrollarse. Recuerda que tu carácter es la suma total de tus hábitos. No puedes pretender ser amable a menos que seas habitualmente amable. Tus hábitos definen tu carácter.

Solo hay una manera de desarrollar los hábitos del carácter de Cristo: debes practicarlos, ¡y eso lleva tiempo! No hay hábitos instantáneos. Pablo le dijo a Timoteo: “Presta suma atención a estos asuntos. Entrégate de lleno a tus tareas, para que todos vean cuánto has progresado”  1 Timoteo 4:15 (NTV).

Reflexiona sobre esto:

  • ¿Por qué crees que Dios nos permite pasar por el dolor y la pérdida mientras crecemos espiritualmente?
  • ¿Con cuál hábito has tenido problema para cambiar? ¿Cómo te está ayudando Dios con esto ahora mismo en tu vida?
  • ¿Qué cosa necesitas practicar todos los días para que desarrolles un carácter más parecido a Cristo?

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