Dios es cuidadoso, amoroso, padre compasivo. Él te ama más de lo que nunca llegaras a comprender. Él te ama más de lo que podrás entender. Dios es amor, y él te hizo para amarte. El demuestra su amor por ti en cada cosa que hace, y su compasión es su cualidad más sobresaliente. Dios es un padre que se preocupa.

La Biblia dice en el Salmo 103:13 “Tan compasivo es el Señor con los que le temen como lo es un padre con sus hijos” (NVI). Él se preocupa compasivamente por todo en tu vida.

La mayoría de los discípulos eran pescadores profesionales. Un día cuando ellos estaban pescando Jesús, que estaba cansado se recostó en uno de los bordes del bote y se fue a dormir. Cuando una tormenta llego, esto no debió haber molestado a los discípulos. Como pescadores, ellos estaban acostumbrados a las tormentas. Pero esta debe haber sido una muy grande, porque realmente se asustaron. El bote se balanceaba y se agitaba, y el agua entraba en él. Ellos estaban nerviosos y despertaron a Jesús para hacerle una de las preguntas más importantes de la vida “Señor, ¿no te importa?”

Tú y yo le hemos hecho esta pregunta a Dios todo el tiempo y de muchas formas: Dios, ves el reporte del médico ¿No te importa? Ves el desastre en el que está mi matrimonio ¿No te importa? Ves el poco dinero que tenemos en nuestra cuenta bancaria y todas las facturas por pagar que tenemos ¿No te importa? Ves como mis hijos están teniendo dificultades en el colegio ¿No te importa? Tú conoces este miedo que se aferra a mi mente y del cual parezco no poder deshacerme. ¿No te importa?

La respuesta es sí, a Dios le importa. De hecho, a él le importa más que a ti. Él quiere ayudarte más de lo que tú quieres su ayuda. Él sabe que es lo que te ayudara más de lo que tú lo sabes. Él está consciente y le importa.

“Pongan todas sus preocupaciones y ansiedades en las manos de Dios, porque él cuida de ustedes” (1 Pedro 5:7 NTV).

Si tú supieras y pudieras sentir cuanto tu Padre Celestial se preocupa compasivamente y constantemente por ti, tendrías que amar a él también. Si sientes que Dios está a miles de kilómetros lejos de ti, es porque no entiendes la clase de Padre amoroso que él realmente es. Ese entendimiento es el primer paso para tu paz interior.