El pecado siempre involucra el autoengaño. En el momento en que tú estás pecando, te estás engañando a ti mismo, porque crees que lo que estás haciendo realmente producirá mejores resultados que lo que Dios te ha dicho que hagas.
Para dejar de derrotarte a ti mismo, debes dejar de engañarte a ti mismo. Tienes que hacer una mirada honesta a tu vida, enfrentar la verdad y afrontar los problemas. ¿Hay algo en tu vida que estás fingiendo que no es un problema? ¿Tal vez una adicción? ¿Algo en que estás pensando, que no es gran cosa, cuando realmente es un gran problema?
Realmente no importa si estás siendo adicto a la heroína, o abusando de una tarjeta de crédito, si estás viendo pornografía, o leyendo una novela cruda. Estás utilizando estas cosas para escapar de algo doloroso, o algo difícil de afrontar. Pero no vas a encontrar sanidad hasta que reconozcas en primer lugar, la raíz del problema.
No tienes que tocar fondo antes de realmente cambiar. Hay llamadas de advertencia, pasando a tu alrededor ahora mismo, si sólo las escuchas. Pero si no las escuchas, vas a seguir un camino hacia la destrucción.
¡No tienes que ir de esa manera! Puedes reconocer la raíz del problema y pedirle a Dios que te ayude a afrontarlo de una vez por todas.
Yo les he preguntado a los consejeros profesionales en nuestra iglesia, “¿Cuál es el mayor problema que encuentran?” Una y otra vez, me dicen “La gente espera mucho tiempo antes de pedir ayuda. Entonces es casi imposible dar la vuelta”. Hay señales de advertencia por todo el lugar en un matrimonio, y de repente, el esposo o la esposa se alejan. Demasiadas personas permanecen en negación y esperan hasta que es demasiado tarde, y es por eso que pasan a través del dolor innecesario.
La Biblia dice, “Si afirmamos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no tenemos la verdad.” (1 Juan 1:8 NVI).
¿Qué preguntas difíciles necesitas estarte haciendo a ti mismo acerca del pecado en tu vida? ¿Qué señales de advertencia has estado ignorando?
Si quieres sanar, reconoce la raíz del problema y enfrenta la verdad acerca de ti. Dios está listo, dispuesto y con ganas de traer sanidad a tu vida.
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