¿Por Qué Haces Lo Que No Quieres Hacer?

¿Te has preguntado por qué haces lo que no quieres hacer? ¿O por qué es tan difícil hacer las cosas que tú sabes que son las correctas?

Nuestra naturaleza pecaminosa nos hace a menudo tomar decisiones equivocadas. Probablemente te puedas relacionar con el apóstol Pablo cuando dice: “Realmente no me entiendo a mí mismo, porque quiero hacer lo que es correcto pero no lo hago. En cambio, hago lo que odio… Entonces no soy yo el que hace lo que está mal, sino el pecado que vive en mí. Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa
no existe nada bueno. Quiero hacer lo que es correcto, pero no puedo” (Romanos 7:15, 17-18 NTV)

Incluso después de convertirte en un creyente, existe esta tensión dentro de ti. Tienes tu buena naturaleza que Dios te dio, pero también tienes tu antigua naturaleza pecaminosa que te atrae.

¡Pero hay una salida! Jesús prometió en Juan 8:32: “conocerán la verdad, y la verdad los hará libres”.

El secreto para el cambio personal no es la fuerza de voluntad. No es una pastilla. No es una resolución. No es una promesa que haces. El secreto del cambio personal no es algo que hagas o digas.

El secreto del cambio personal está en algo que conoces. Conoces la verdad. Cuando cambias tu forma de pensar, cambia la forma en que te sientes. Y cuando cambias la forma en que te sientes, cambia la forma en que actúas.

Detrás de cada acto contraproducente hay una mentira que tú crees. Puede ser una mentira sobre ti mismo, tu pasado o futuro, Dios u otros.

¿Por qué haces algo que sabes que es malo para ti? Porque piensas que hay algún tipo de recompensa. ¡Esa es la mentira! Solo puedes cambiar y cumplir el propósito de Dios para tu vida si comienzas con la verdad de Dios. Si quieres cambiar la forma en que vives, tienes que empezar en tu mente. Tienes que saber y creer en la verdad de Dios.

Cuando conoces la verdad, la verdad te hará libre. Tienes que exponer y descubrir las mentiras que has estado aceptando. Algunas de esas mentiras que tomaste en el patio de recreo cuando eras niño o en la TV. Algunos de ellos los recogiste de tus padres o los creaste tú mismo. Pero son mentiras, y cuando las rechaces y en cambio averigües qué tiene Dios para ti, experimentarás la libertad como nunca antes.

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