Cuando te conviertes en una persona de fe, aprendes a dar de acuerdo a lo que Dios te dice que des. No dejes que otros te presionen o te manipulen o te “acusen” sobre el dar. Al mismo tiempo, no te límites al dar al pensar, “esto es lo que creo que puedo dar razonablemente”. Ese tipo de dádiva no requiere nada de fe.
En vez de eso, podemos preguntar a Dios, “¿Qué es lo que quieres dar a través de mí? ¿Cuánto quiere que confíe en ti en este caso en particular?” Hay una diferencia entre dar por vista y dar por fe.
Mi esposa, Kay, y yo hemos sido probados de esa manera respecto a dar. Uno de los ejemplos más dramáticos fue cuando reuníamos dinero para construir el primer centro de adoración de la iglesia Saddleback, en 1993. Nos reuníamos en una carpa entonces, y Dios nos dijo que hiciéramos una ofrenda. Le pedimos a las personas hacer un compromiso de dar por un período de tres años. Así que Kay y yo oramos sobre lo que deberíamos dar, y llegamos a una cantidad que no parecía razonable, basados en nuestros ingresos. Desde nuestra perspectiva, era más de lo que podíamos dar. Pero confiamos en Dios para dar esa cantidad.
Y unos días después estaba leyendo en 1 de Crónicas 29 sobre cómo la gente de Israel dio el equivalente a $752 millones de dólares actuales para construir el templo en Jerusalén. Dios le dijo al Rey David que anunciara su ofrenda públicamente para que todos supieran que él se iba a sacrificar al igual que todos los demás.
Sentí que Dios me estaba diciendo, “Rick, quiero que anuncies tu ofrenda. Será un reto para otros”. Y en realidad no quería hacerlo porque pensaba que las personas entenderían mal mis motivos. Pero Dios me dijo que lo hiciera, y quería que Él diera su bendición a ese edificio, así que lo hice. Me paré en frente de mi iglesia un Domingo y les dije, “Yo no sé de dónde llegará el dinero, pero Kay y yo nos comprometemos a dar un gran porcentaje de mi sueldo por los siguientes tres años. Por favor, oren por nosotros”.
Un mes después, estábamos por entrar al fin de semana donde tendríamos una ofrenda especial, y todavía estaba preguntándome como saldría todo. No supe cómo, pero confié en que Dios proveería el dinero de alguna manera. Entonces, el viernes antes de ese fin de semana, recibí una llamada de la Compañía de Publicaciones Zondervan. Ellos dijeron, “Rick, queremos que escribas un libro y lo llames: Una Iglesia con propósito. Creemos que será un éxito, así que te vamos a mandar un adelanto”. El adelanto era más dinero del que Kay y yo nos habíamos comprometido dar. ¡No puedes dar más que Dios!
Cuando le conté esto a la iglesia unos días después, la congregación estalló con alegría. Las personas estaban saltando y gritando, bailando y cantando. Personas estaban llorando. Yo estaba llorando; Kay estaba llorando. Fue una de las más grandes experiencias de mi vida. Y casi me la pierdo por mi terquedad (todos la hubiéramos perdido a causa de mi terquedad). Nos hubiéramos perdido ver como Dios es confiable si no hubiera hecho lo que Dios me dijo. Es una lección que nunca olvidaré.
“Honra al Señor con tus riquezas y con lo mejor de todo lo que produces. Entonces él llenará tus graneros, y tus tinajas se desbordarán de buen vino” Proverbios 3:9-10 (NTV)
Reflexiona sobre esto:
“—Por la poca fe que tienen —respondió—. Les aseguro que si tuvieran fe tan pequeña…
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