Deja que la Aprobación de Dios te Salve del Temor
por Rick Warren — Junio 28, 2020
Los comerciales nos manipulan todo el tiempo: “Compra este producto, ¡o te lo perderás por el resto de tu vida!” o “¡Solo un tonto dejaría pasar esta oportunidad!”. ¿Alguna vez has comprado algo que no querías o necesitabas sólo porque tenías miedo de parecer un tonto? ¿Alguna vez te han ofrecido una pequeña muestra de comida en un palillo de dientes y en realidad no te gustó la comida, pero la compraste de todas formas?
El miedo al rechazo permite a otros que nos manipulen; esto causa heridas en nosotros de muchas maneras. El miedo al rechazo nos fuerza a someternos a la presión de nuestros compañeros. Tendemos a caminar como otras personas, hablar como otras personas, actuar como otras personas, vestir como otras personas. ¿Por qué?
No queremos ser rechazados.
Eso evita que hablemos la verdad. ¿Por qué la gente miente? ¿Por qué las personas ocultan la verdad? Porque tienen miedo de que, si dicen la verdad, no serán aceptados.
El miedo al rechazo también evita que compartamos a Cristo. Algunas veces el silencio no es bueno; ¡simplemente esta mal! No compartimos nuestra fe, porque estamos preocupados sobre la aprobación de otros.
¿Cómo superas el miedo al rechazo? ¡Necesitas una nueva perspectiva!
Comienzas poniendo a Dios primero. Entonces consideras las opiniones de otros de la forma correcta. En otras palabras, no sobreestimas lo que ellos dicen.
En Gálatas 1:10, Pablo escribe, “¿Qué busco con esto: ganarme la aprobación humana o la de Dios? ¿Piensan que procuro agradar a los demás? Si yo buscara agradar a otros, no sería siervo de Cristo” (NVI). Pablo dice que su meta en la vida es agradar a Dios y no a las personas. Él dice que tengo que hacer una elección. Puedo elegir si viviré por la aprobación de Dios o la aprobación de las personas. No puedes buscar la aprobación de ambos al mismo tiempo.
La forma de sobreponerte al temor al rechazo es vivir tu vida para la audiencia de uno. Lo que piensa Dios de ti —y su amor incondicional por ti— es más importante que la opinión de cualquier otra persona sobre ti.
Reflexiona sobre esto:
- ¿Cuál es la diferencia entre ser afectado por la opinión de las personas y ser dirigido por sus opiniones?
- ¿A quién dirías que estás intentando agradar diariamente? ¿a Dios? ¿compañeros de trabajo? ¿esposa? ¿amigos?
- ¿Cuánto más de tu potencial crees que podrías alcanzar si solo procuraras la aprobación de Dios y de nadie más?