¿Te has dado cuenta de lo fácil que es perder el gozo por cualquier cosa? Suelen ser las pequeñas irritaciones las que te hacen perder el gozo. Alguien te bloquea en medio de la carretera cuando intentas hacer un giro, y pierdes tu felicidad. Tienes un mal día con tu cabello o la ropa que te has puesto ya no te queda bien, y pierdes la felicidad. Son las pequeñas cosas las que a veces nos afectan más, y sin embargo son las que tienen menos importancia.

Pablo dice en Filipenses 3:7: “Antes creía que esas cosas eran valiosas, pero ahora considero que no tienen ningún valor debido a lo que Cristo ha hecho” (NTV).

¿Qué era lo más importante para ti antes de comenzar a seguir a Jesucristo? ¿Trabajo? ¿Carrera? ¿Ganar dinero? Tal vez era conseguir una cita. O ser popular. Pudo haber sido tener seguridad o ser famoso.

Pablo dice que todas esas cosas ya no importan en comparación con el gozo de conocer a Jesús.

Respecto a todas las cosas, debes preguntarte: ¿cuánto importará esto en 100 años? ¿Cuánto de lo que me preocupa ahora va a importar mañana? Probablemente no importará mañana, y mucho menos en la eternidad. Puedes elegir vivir a la luz de la eternidad: “Todo lo demás no vale nada cuando se le compara con el infinito valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor” Filipenses 3:8 (NTV).

Cada día, al levantarte, recuérdate lo que importa —y lo que no.

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Reflexiona sobre esto: 

• ¿De qué cosas te has estado preocupando y te han robado la felicidad?
• ¿Cuáles son algunas formas prácticas en las que puedes enfocarte en Dios y mantener una perspectiva eterna?
• ¿Qué era lo más importante para ti antes de creer en Cristo? ¿Cómo te sientes ahora al respecto?

Si todavía no has confiado en Jesús y no te has comprometido a seguirlo, ¿por qué esperar más? Si estás listo para cruzar esa línea y tomar la decisión de creer en Jesucristo y seguirlo, haz esta oración.