“Dios mío, tú nos diste tus instrucciones para que las obedeciéramos fielmente”. Salmo 119:4 (PDT)
La obediencia parcial sigue siendo desobediencia. No puedes simplemente elegir qué mandamientos de Dios vas a seguir.
Hay dos verdades importantes que debes entender relacionadas con los mandamientos de Dios:
El estándar de Dios sobre lo que está bien y lo que está mal nunca cambia. Si algo estaba mal hace 6000 años, sigue estando mal hoy. Las culturas cambian. Las opiniones populares cambian. Pero la verdad nunca cambia. La verdad es eterna.
La perspectiva de Dios es más grande que la tuya. Dios ve lo que tú no puedes ver. Es humanamente imposible ver el pasado antes del comienzo del tiempo o hacia la eternidad o entender todo lo que sucede a tu alrededor, visible e invisible.
Debes confiar en Dios. “Lo que ustedes deben hacer es obedecer la ley de Dios, no criticarla” Santiago 4:11 (TLA).
La tentación más antigua no es el asesinato ni la lujuria, sino la tentación de dudar de la Palabra de Dios. Satanás sigue usando la misma mentira que le dijo a Eva cuando le dijo: “¿De veras Dios les dijo que no deben comer del fruto de ninguno de los árboles del huerto?” Génesis 3:1 (NTV). La convenció de que sus deseos eran más importantes que los mandamientos de Dios.
La fe es confiar en Dios en los detalles y obedecer completamente, no solo la parte que entiendes o la parte que te apetece hacer. Proverbios 3:5 nos dice: “Confía en el Señor con todo tu corazón; no dependas de tu propio entendimiento” (NTV).
La historia de Naamán en la Biblia ilustra la necesidad de una obediencia completa (2 Reyes 5). Naamán era el comandante del ejército sirio, pero también tenía lepra. Uno de sus sirvientes le dijo que el profeta Eliseo podía sanarlo. Cuando Naamán llegó a la puerta de Eliseo, el profeta no salió él mismo, sino que envió un mensajero que le dijo a Naamán que se sumergiera en el río Jordán siete veces.
Naamán estaba enojado porque el profeta no le habló personalmente y las instrucciones de Eliseo le parecieron ridículas. Naamán comenzó a regresar a casa.
Pero sus sirvientes lo convencieron de que no tenía nada que perder si hacía lo que Eliseo le decía. Así que Naamán fue al Jordán y se sumergió siete veces. ¡Y Dios lo sanó!
Imagínese si Naamán hubiera regresado a casa enojado. Imagínese si solo se hubiera sumergido en el agua seis veces y luego hubiera decidido que Dios lo estaba haciendo quedar como un tonto.
Pero Naamán confió y obedeció a Dios por completo, y Dios lo sanó de su lepra.
Imagínate lo que Dios hará en tu vida cuando lo obedezcas por completo con todo tu corazón.
Reflexione sobre esto:
“Así que debemos prestar mucha atención a las verdades que hemos oído, no sea que…
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“Presta suma atención a estos asuntos. Entrégate de lleno a tus tareas, para que todos…
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“Desháganse de su vieja naturaleza pecaminosa y de su antigua manera de vivir, que está…
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