“Porque por gracia son salvos por medio de la fe; y esto no de ustedes pues es don de Dios. No es por obras, para que nadie se gloríe”. Efesios 2: 8-9 (RVA-2015)
En Lucas 23:42, uno de los criminales que estaban colgados junto a Jesús le dijo: “Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino” (NVI).
En ese momento, Jesús era famoso por hacer milagros. Pero observa que el hombre no le pidió a Jesús que detuviera su dolor, aunque habría tenido un dolor insoportable. Tampoco le pidió a Jesús que lo salvara de la muerte.
Él dijo: “Jesús, acuérdate de mí”. ¿Por qué? Porque sabía que su necesidad más profunda era la salvación del pecado y un hogar en el Cielo. Y creía que Jesús podía proporcionarlo.
La Biblia dice en Hechos 16:31, “Cree en el Señor Jesús y serás salvo” (NTV).
Entonces, ¿cómo sabes con certeza que eres salvo del pecado? ¿Cómo sabes que vas al Cielo cuando mueras? ¿Cómo puedes estar seguro? ¿Cómo puedes eliminar tu duda? Tu seguridad de salvación no proviene de lo que haces, porque no puedes ganarte la salvación. No es por tus sentimientos, porque los sentimientos van y vienen.
Entonces, ¿qué puede asegurar tu salvación? La promesa de la Palabra de Dios. Si Dios lo dice, eso lo confirma, porque Dios no puede mentir. Puedes confiar en la promesa de la Palabra de Dios. Puedes descansar en Él.
Jesús respondió al criminal que colgaba de la cruz: “Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso” Lucas 23:43 (NTV). Tu seguridad de salvación es la misma: Dios promete que un día estarás en el Cielo con Él si crees con fe.
Reflexiona sobre esto:
¿Has confiado en la promesa de salvación de Dios?
Si estás listo para entregar tu vida a Jesús, entonces haz esta oración:
“Querido Jesús, me has prometido que, si creo en ti, todo lo que hice mal será perdonado, aprenderé el propósito de mi vida y algún día me aceptarás en tu hogar eterno en el Cielo.
Confieso mi pecado y creo que eres Dios, mi Salvador. Te recibo en mi vida como mi Señor. Hoy, te entrego cada parte de mi vida. Quiero seguirte y hacer lo que me digas que haga.
Jesús, estoy agradecido por tu amor y sacrificio que me permite unirme a ti en el Cielo. Gracias porque no tengo que ganarme ni trabajar para mi salvación, porque sé que es imposible. Quiero usar el resto de mi vida para servirte en lugar de servirme a mí mismo. Humildemente te entrego mi vida y te pido que me salves y me aceptes en tu familia. En el nombre de Jesús oro. Amén”.
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