“¿Por qué tienen miedo? —preguntó Jesús—. ¡Tienen tan poca fe! Entonces se levantó y reprendió al viento y a las olas y, de repente, hubo una gran calma. Los discípulos quedaron asombrados y preguntaron: ¿Quién es este hombre? ¡Hasta el viento y las olas lo obedecen!”. Mateo 8:26-27 (NTV)
Cada vez que te encuentres en una situación sobre la que no tienes absolutamente ningún control, cambia tu enfoque a la grandeza de Dios. Eso se llama adoración, y es el tercer antídoto para resistir los vientos potencialmente devastadores de la vida.
Durante los días tormentosos, cuando tu salud está empeorando, tu cónyuge te es infiel o tus amigos te critican, tienes que tomar una decisión. ¿Te vas a preocupar? ¿O vas a adorar?
Hay un hermoso ejemplo de esto en el Nuevo Testamento. Jesús está en una barca con sus discípulos en el Mar de Galilea. El mar de Galilea era, y sigue siendo, un gran lago, lo que facilita que surjan tormentas repentinamente. Y eso es exactamente lo que sucedió.
Mateo 8:24-25 dice: “De repente, se desató sobre el lago una fuerte tormenta, con olas que entraban en la barca; pero Jesús dormía. Los discípulos fueron a despertarlo: —Señor, ¡sálvanos! ¡Nos vamos a ahogar! —gritaron” (NTV).
El barco daba vueltas y vueltas, pero Jesús seguía durmiendo. Estaba en paz; no estaba preocupado. Pero los discípulos entraron en pánico.
“¿Por qué tienen miedo? —preguntó Jesús—. ¡Tienen tan poca fe! Entonces se levantó y reprendió al viento y a las olas y, de repente, hubo una gran calma. Los discípulos quedaron asombrados y preguntaron: ¿Quién es este hombre? ¡Hasta el viento y las olas lo obedecen!” Mateo 8:26-27 (NTV).
Toda la experiencia dejó a los discípulos asombrados de Jesús. Habían olvidado por un momento quién era Jesús. Pero cuando lo vieron mostrar su poder sobre la naturaleza, desvió su atención de su miedo y se centró en la grandeza de Dios. En otras palabras, la experiencia los hizo adorar.
La adoración es una forma de zarpar para que los vientos de la vida te lleven en la dirección que quieres ir: hacia Jesús. Los vientos tormentosos pueden desviarlo de su rumbo y amenazar con ahogarlo. En lugar de eso, deja que los vientos del dolor, el trauma y el estrés te impulsen a concentrarte en Dios y zarpar hacia Él.
¿A qué le tienes miedo en esta etapa de tu vida? Sea lo que sea, con Jesús en tu barca, tu barca es insumergible. Tiene poder sobre la naturaleza y sobre todo lo demás.
Reflexiona sobre esto:
¿Seguirás a Jesús hoy?
La Biblia dice: “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna” Juan 3:16 (NVI).
¿Confiarás en que Dios cumplirá su promesa? Haz esta sencilla oración: “Querido Dios, creo que Jesucristo es tu Hijo. Confieso que he pecado y te pido perdón. Creo que Jesús murió para quitar mis pecados y que tú lo resucitaste. Quiero desde este día en adelante confiar en Jesús como mi Salvador y seguirlo como mi Señor. Guía mi vida y ayúdame a hacer tu voluntad. En el nombre de Jesús oro. Amén”.
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