“Dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar”. Romanos 12:2b (NTV)
Imagínate en un bote de velocidad en un lago con el piloto automático puesto hacia el este. Si decides cambiar de rumbo y dirigirte hacia el oeste, tienes dos formas posibles para hacer el cambio de dirección del bote.
Una forma es tomar el timón y forzarlo físicamente para ir en dirección opuesta a la que está programado el piloto automático. Con solamente tu fuerza de voluntad podrías sobrepasar el piloto automático, pero sentirías constantemente la resistencia. Tus brazos acabarían cansándose del estrés, dejarías ir el volante, y el bote iría de inmediato hacia el este, al lugar hacia donde fue internamente programado.
Esto es lo que pasa cuando tratas de cambiar tu vida con tu fuerza de voluntad: Dices: “Me obligaré a comer menos. . . haré más ejercicios. . . Dejaré de ser desorganizado e impuntual”.
Sí, la fuerza de voluntad puede producir un cambio a corto plazo, pero también crea un constante estrés interno porque no has tratado con la raíz. El cambio no se siente natural, por lo que finalmente renunciarás y rápidamente volverás a tus viejos patrones.
Hay una manera mejor y más fácil: Cambia tu piloto automático. ¡Cambia la manera en que piensas! La Biblia dice. “Dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar” Romanos 12:2b (NTV).
El Nuevo Testamento llama a este cambio mental el arrepentimiento, que en griego significa literalmente “cambiar de opinión”. Te arrepientes cada vez que cambias tu forma de pensar adoptando la forma en que piensa Dios: sobre ti, el pecado, Dios, otras personas, tu vida, tu futuro, y todo lo demás. Tomando la perspectiva y la actitud de Cristo.
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