Las personas a las que ayudaste procedían de las zonas más castigadas de Ucrania, como Mariúpol, devastada por la guerra, y muchos llevaban semanas sin recibir ayuda alimentaria. Además de alimentos, también proporcionaron formación sobre traumas para ayudar a estas familias a tener sanidad interior de las heridas de la guerra.

Por favor, sigue orando por los refugiados, no sólo por sus necesidades físicas, sino también para que lleguen a confiar en Jesús, quién los ama profundamente.