“Porque fuimos abrumados sobremanera, más allá de nuestras fuerzas, de modo que hasta perdimos la esperanza de salir con vida. De hecho, dentro de nosotros mismos ya teníamos la sentencia de muerte, a fin de que no confiáramos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos”. 2 Corintios 1:8-9 (LBLA)
Cuando experimentes algo doloroso en tu vida, tienes una elección: Puedes acercarte a Dios, o puedes alejarte de Dios.
Alejarte de Dios nunca tiene sentido para mí. ¿Cómo vas a recibir consuelo cuando estás alejándote de la más grande fuente de consuelo? He pasado mucho tiempo a solas con Dios en los años después que mi hijo menor murió que en los años anteriores. En el duelo de esa pérdida, lo que me mantuvo a través de todos mis días dolorosos fue adorar a Dios y estar cerca de Él.
Si eliges acercarte a Dios. Puedes usar tu dolor para estar más cerca de Él en adoración. ¿Cómo haces eso? No le dices lo que crees que debes decir. En lugar de eso, le dices exactamente cómo te sientes. Argumentas con Él y le dices que no te gusta el dolor. A esto se le llama lamentar. La Biblia está llena de personas clamando a Dios en lamentos, incluyendo un tercio de los salmos.
Incluso quejarse con Dios es un acto de adoración. Tú puedes adorar en todas las fases del duelo. Puedes expresar tu conmoción. Puedes descargar tu pena. Puedes compartir tu batalla. Puedes rendirte a Él. Puedes pedirle a Dios que use el dolor para bien en tu vida.
Pablo hizo esto en 2 corintios 1:8-9, Él dice, “porque fuimos abrumados sobremanera, más allá de nuestras fuerzas, de modo que hasta perdimos la esperanza de salir con vida. De hecho, dentro de nosotros mismos ya teníamos la sentencia de muerte, a fin de que no confiáramos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos” (LBLA).
He escuchado miles de historias de personas que vinieron a conocer a Dios en su dolor, cuyas vidas fueron transformadas completamente en el proceso de adorar cuando estaban en dolor. Y puedo decirles, como Pablo dijo en 2 Corintios 7:9 “Me regocijo no de que fuisteis entristecidos, sino de que fuiste entristecidos para arrepentimiento” (LBLA).
Cuando estás en dolor, no es un tiempo para alejarte de Dios. Es una oportunidad para acercarte a Dios, confiar más en Él, adorarle más, conocerle y amarle más.
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