“Por tanto, acéptense mutuamente, así como Cristo los aceptó a ustedes para gloria de Dios”. Romanos 15:7 (NVI)
Dios nos acepta, a pesar de nuestras vidas desordenadas, motivos impuros y actitudes irritantes. Una de las formas que reflejamos el amor de Dios y le damos gloria es aceptándonos unos a otros, así como él nos aceptó. Esto significa que aceptamos las peculiaridades de otros y pasamos por alto sus faltas para ver individuos creados a la imagen de Dios.
Para ser más como Jesús, solo necesitas el apoyo de un grupo pequeño. Dios nos diseñó para madurar espiritualmente con la ayuda de otros. Por ejemplo, no podemos aprender a amar a otros por nuestra cuenta. Necesitamos aprender a aceptarnos mutuamente incondicionalmente, así como Cristo nos acepta incondicionalmente.
La Biblia dice, “Por tanto, acéptense mutuamente, así como Cristo los aceptó a ustedes para gloria de Dios” (Romanos 15:7 NVI).
Esta aceptación hace que cualquier grupo pequeño sea un ambiente seguro, donde las personas no tienen miedo de expresar tus temores y dudas o hablar sobre sus batallas y donde se propicia un cambio duradero.
Reflexiona sobre esto:
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