Si quieres tener éxito en la vida, debes aprender a controlar tus estados de ánimo. Cuando estás tratando con una emoción que te está controlando, tienes dos opciones: La cambias o la diriges.

Algunas emociones son tan destructivas, tan dañinas, tan dolorosas, tan inefectivas, que la única cosa que puedes hacer es cambiarlas. Tienes que cambiar lo que estás sintiendo.

Filipenses 2:5 dice, “La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús” (NVI).

Tu actitud incluye tus emociones, así que lo que estás sintiendo debe ser lo mismo que Jesús. Necesitas preguntarte, “¿Cómo se sentiría Jesús en esta situación? ¿Jesús se irritaría con esta mesera? No. ¿Le gritaría Jesús a esa persona? No. ¿Jesús se desvelaría toda la noche, frotándose las manos y preocupándose de que eso no va a funcionar? No. ¿Jesús estaría temeroso? No”.

Entonces, instantáneamente minimizas cualquier sentimiento que no te hace más como Jesús. Si Jesús no hubiera respondido a tu esposa con esa emoción, entonces tú tampoco deberías. Desechas esa actitud, y encuentras lo que Jesús hubiera hecho en tu lugar.

Algunas veces necesitas dirigir lo que estás sintiendo.

Cuando murió mi hijo Matthew, entré en la más profunda aflicción que te puedas imaginar. Pero mi esposa y yo decidimos desde el primer momento que canalizaríamos esa aflicción para bien y usar nuestro dolor para ayudar a otras personas. Esa es una de las razones por las que la iglesia Saddleback ahora es anfitriona de una conferencia anual en enfermedades mentales. No voy a desperdiciar un dolor por el que tengo que pasar. Voy a usarlo para bien.

Tu ministerio más grande no vendrá de tus fortalezas y éxitos. Tu ministerio más grande podrá venir de tu dolor más profundo.

¿Cuál dolor en tu vida estás usando para bien? Si has estado en tanto dolor que ni siquiera quieres hablar de ello, entonces necesitas aprender a manejar tus emociones. Necesitas nombrar tus emociones, retarlas y dirigirlas si no vas a cambiarlas. Entonces, las usas para bien.

Reflexiona sobre esto: