No sé qué carga estás cargando. No sé qué te agobia. Pero sí sé la respuesta.

Jesús dice: “Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana”. (Mateo 11:28-30 NVI).

Durante muchos años, nunca entendí ese verso, porque no sabía lo que era un yugo. Cuando Jesús dice “toma mi yugo sobre ti”, me pareció que me iba a dar otra cosa con la que lidiar. Mi carga ya es lo suficientemente pesada, Señor. No necesito tomar tus problemas conmigo también.

Un yugo es en realidad una tabla que tiene dos arcos en el que se colocan dos vacas para que puedan tirar de una carreta.

El valor de un yugo es que reduce a la mitad el peso de la carga. Sin un yugo, una vaca tiene que tirar toda esa carga por sí misma. Pero si unes esa la vaca con otra vaca, las dos vacas arrastran la carga y la carga es la mitad de pesada.

Cuando Jesús dice que debes tomar su yugo sobre ti, no está diciendo que te dará sus problemas. ¡Jesús no tiene ningún problema! Él dice que va a ayudarte con tus problemas. Él va a ayudarte a arrastrar tu carga. Él tomará tu estrés y lo llevará contigo.

¡Guau!

Él usa tres verbos en este versículo: vengan, aprendan y carguen. Jesús dice: “Vengan a mí”. Forma equipo conmigo. Entonces, “aprendan de mí”. “Carguen con mi yugo”. Esto va a aliviar tu estrés. Esto te facilitará caminar.

Cuando estás unido con Cristo, te mueves junto con él. Te mueves en la misma dirección y a la misma velocidad. Y te mueves en la dirección correcta y a la velocidad correcta.

Reflexiona sobre esto: