Tres Razones que Dios nos dice para Perdonar a los Demás

 

“Porque, si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial. Pero, si no perdonan a otros sus ofensas, tampoco su Padre les perdonará a ustedes las suyas” Mateo 6:14-15 (NVI)

Es posible que estés sufriendo con algunas heridas profundas que hayas cargado durante meses, quizás incluso años. Cuando piensas en la persona que te lastimó, todavía está tan fresco como si hubiera sucedido esta mañana. El dolor sigue ahí, y todavía estás lleno de resentimiento.

Dices: “¿Por qué debería perdonar a esa persona que me lastimó tanto? No tienes idea de lo mucho que me lastimaron. ¿Por qué debo ofrecer la gracia a esa persona?

Permíteme ofrecerte tres razones para hacer esa elección:

  1. Sé bueno con los demás y perdona a los que te han lastimado porque Dios ha sido bueno contigo.
    Nunca más tendrás que perdonar a nadie más de lo que Jesucristo ya te ha perdonado. Recuerda que tampoco siempre has recibido lo que merecías. Dios ha sido misericordioso contigo. Ahora elige ser bueno con los demás.
  2. Perdona a los demás porque la alternativa es la amargura.
    Los científicos nos dicen que el resentimiento es la emoción más dañosa que existe. ¡Siempre te duele más que a nadie! El resentimiento no cambiará el pasado y no resolverá el problema. Ni siquiera te hace sentir mejor. De hecho, te hace sentir peor.La Biblia dice en Hebreos 12:15: “Cuídense unos a otros, para que ninguno de ustedes deje de recibir la gracia de Dios. Tengan cuidado de que no brote ninguna raíz venenosa de amargura, la cual los trastorne a ustedes y envenene a muchos” (NTV).
  3. Muestra gracia y perdona a los demás porque Dios quiere que lo hagas.
    Mateo 6:14-15 dice: “Porque, si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial. Pero, si no perdonan a otros sus ofensas, tampoco su Padre les perdonará a ustedes las suyas” (NVI). Jesús dice que no podemos recibir lo que no estamos dispuestos a dar. Si dices: “Nunca podría perdonar a esa persona”, entonces espero que nunca peques. Si simplemente no tienes ganas de hacerlo, hazlo de todos modos, porque es lo correcto.


Reflexiona sobre esto:

Una de las razones por las que te cuesta mucho perdonar a los demás es porque no te sientes perdonado. ¿Harías esta oración de sanación para liberar tu corazón?

“Querido Jesucristo, sabes que otros me han lastimado. Sabes que mi resentimiento me ha hecho actuar de una manera que ha sido irrazonable e inútil y poco saludable. Necesito tu poder para liberar y perdonar a los que me han lastimado y no permitir que eso me controle. ¿Podrías por favor reemplazar mi dolor con tu paz? Dios, me doy cuenta de que he lastimado a muchas otras personas con mis hábitos, mis malas decisiones y mis complejos. ¿Podrías perdonarme por la forma en que he lastimado a otros? Ayúdame a hacer una lista de aquellos a quienes he dañado y buscar humildemente hacer una enmienda con ellos de la manera correcta y en el momento adecuado. Jesucristo, quiero reenfocar mi vida en ti. Quiero enfrentar el futuro con valentía, con amor y paz en mi corazón. ¿Reemplazarías mi resentimiento con tu amor, mi amargura con tu gracia? Gracias por tu bondad. Gracias por perdonarme por las cosas incorrectas que he hecho. En el nombre de Jesús. Amén”.

Quizás necesites ir un paso más allá. ¿Has confiado en Jesús para tu salvación?

No importa lo que hayas hecho o dónde hayas estado, puedes tener un lugar listo y esperándote en la familia de Dios para siempre. La invitación está abierta. Solo cree y recibe.

¿Estás listo? Aquí hay una oración con la que puedes comenzar:

“Querido Dios, sé que cuando muera voy a darte cuenta de mi vida directamente. Confieso que te he ignorado. Sé que he pecado contra ti, y he vivido según mi plan, no el tuyo. Quiero que eso cambie, empezando ahora mismo. Quiero apartarme de mis pecados y acercarme a ti”.

“Gracias por enviar a Jesús a morir por todo lo que hice mal para no tener que pagar el castigo. Sé que no merezco tu perdón. Sé que solo tu gracia puede salvarme, Señor. Nunca podría ser lo suficientemente bueno para entrar en un lugar perfecto.

“Jesús, gracias por amarme tanto que tomaste toda mi culpa contigo mismo. Me hiciste aceptable para el cielo y humildemente te pido que me salves. Te pido que me salves de los pecados y los hábitos que están arruinando mi vida en este momento. Yo creo en ti, Jesús. Y creo que mantendrás tu promesa de salvarme de manera instantánea, segura, completa y eternamente. En el nombre de Jesús. Amén”.

Si hiciste esta oración, escríbeme y dímelo a [email protected]. Me encantaría enviarte algunos materiales al comenzar tu viaje con Jesús.


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