La Biblia dice en 2 Corintios 9:6-7, “El que siembra escasamente cosechará escasamente, y el que siembra con generosidad también con generosidad cosechará.  Cada uno dé como propuso en su corazón, no con tristeza ni por obligación porque Dios ama al dador alegre” (RVA-2015).

El principio de sembrar y cosechar se aplica a todas las áreas de la vida, no solo a tus finanzas. Lo que siembres en la vida, vas a cosechar. Lo que deposites te será devuelto. Si siembras críticas en la vida, cosecharás críticas de otras personas. Si siembras amabilidad, vas a cosechar amabilidad. Es la ley de la cosecha. Si siembras semillas de manzana, no obtienes peras; obtienes manzanas. Si siembras con generosidad, cosecharás generosidad.

Este es el principio de la cosecha: siempre que necesites algo, planta una semilla. Cuando un agricultor mira sus campos estériles, no se queja de eso. Simplemente sale y comienza a plantar algunas semillas. Si solo tiene un poco de semilla, tiene una opción. Puede atesorarla o esparcirla. Si se aferra a eso, eso es todo lo que tendrá. Si la esparces, Dios lo multiplicará. Lo sorprendente es esto: no solo cosechas lo que siembras. ¡Siempre cosecharás más de lo que siembras!

Dios te diseñó de esta manera porque quiere que seas como Él. Dios es un dador. La única forma en que te volverás como Él es aprender a ser generoso. Cuando eres tacaño, eres como el diablo. Cuando eres generoso, eres como Dios. Cuando esparces, Dios lo multiplica.

Esto suena ilógico: esparcir cuando necesitas obtener más. ¡Pero por eso requiere fe! Dios dice que obtienes dando, no acumulando.

Reflexiona sobre esto: 

• ¿Cuándo has recibido de Dios y de otros más de lo que diste?
• ¿Cómo debes decidir cuanto dar?
• ¿Qué necesidad tienes en tu vida en este momento? ¿Cómo puedes dar eso a los demás?

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Si todavía no has confiado en Jesús y no te has comprometido a seguirlo, ¿por qué esperar más? Si estás listo para cruzar esa línea y tomar la decisión de creer en Jesucristo y seguirlo; haz esta oración.